La inteligencia sangrienta

9º JUICIO POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD -MENDOZA

AUDIENCIA 53 / LA INTERVENCIÓN DIRECTA DEL DESTACAMENTO DE INTELIGENCIA

06-08-2021 | Se escucharon dos testimonios. Primero declaró Domingo Gilli, primo del exconscripto José Dimódica, quien murió en circunstancias sospechosas cuando estaba de guardia en Las Lajas. A continuación, Claudia Domínguez Castro relató lo que pudo reconstruir sobre las circunstancias de su apropiación y entrega por parte de Carabajal, integrante del Destacamento de Inteligencia 144. La próxima audiencia será el viernes 20 de agosto a las 9:30.

Durante la mañana, se presentaron ante el tribunal dos testigos: Domingo Gilli de manera presencial y Claudia Domínguez Castro de manera virtual. Los testimonios de hoy apuntaron a recabar información sobre la participación de la Fuerza Aérea y el Destacamento de Inteligencia del Ejército en la represión local.

Sobre la sospechosa muerte del conscripto José Dimódica

Domingo Gilli declaró en instrucción en 2007 por la dudosa muerte de su primo José Dimódica Gibanto en Campo Las Lajas, en 1979. Años más tarde, en 2017, varias personas de las familias García y Gibanto fueron convocadas a testimoniar en el debate oral del sexto juicio de Mendoza.

En esta ocasión, Gilli explicó que José Dimódica era cabo armero de la Fuerza Aérea Mendoza y realizaba guardias en Campo Las Lajas. Un sábado a la noche el testigo y dos primos —Jesús Gibanto y Juan Manuel García— iban a reunirse con él para comer un asado en un puesto ubicado antes del predio de la Aeronáutica, donde había una tranquera, pero el puestero —que conocía a su primo— les indicó que José había tenido un accidente al mediodía y había sido trasladado a un hospital. Supusieron que se trataba del Hospital Militar, en calle Boulogne Sur Mer, pero allí no se encontraba.

Domingo Gilli
Domingo Gilli

Desde el hospital se comunicaron con la IV Brigada Aérea, quienes informaron que a Dimódica “se le había escapado un tiro”. La familia de Dimódica se presentó en la IV Brigada, donde militares de rango les indicaron que José sería velado en la casa de una tía en Guaymallén. El testigo indicó que pudo asistir el segundo día y que había mucha gente.

Daniel Rodríguez Infante leyó parte de la declaración testimonial de Gilli en instrucción, en la cual refería que miembros de familia habían recibido amenazas cuando quisieron investigar sobre la muerte de José, pero el testigo no recordó los hechos.

La llegada de Claudia a la familia Bozzo Reitano: “De eso no se habla”

Claudia Domínguez Castro declaró por primera vez en un juicio donde se investiga el secuestro y desaparición de su mamá y su papá, Gladys y Walter. Su testimonio fue fundamental para esclarecer el rol de Inteligencia en la dictadura: su participación directa y sistemática en el plan represivo.

Su ingreso a la familia Bozzo Reitano estuvo directamente ligado a Héctor Segundo Carabajal, cuñado de Antonia Reitano e integrante del Ejército. Claudia pudo reconstruir bastante bien aquel proceso entre lo que le dijeron antes de que se restituyera su identidad, durante el juicio por su apropiación y con todos los datos que fue recabando. Carabajal, pudo asegurar, fue quien la ofreció al matrimonio y la entregó.

Antes del nacimiento de Claudia, sabían que Carabajal cumplía funciones en el Ejército —primero en Buenos Aires, después en Uspallata— pero no conocían bien su trabajo, “todos tenían dudas”. El dato de mayor interés para corroborar esto lo obtuvo cuando tuvo acceso al legajo de Carabajal. Le llamó la atención que de tocar un instrumento en la banda de música —según sabían— lo enviaran en comisión a Mendoza.

“Recuerdo haber leído en una libreta las situaciones de revista que él tuvo y el momento en que es enviado en comisión a Mendoza”, aportó la testigo. A partir de allí asoció las fechas de las designaciones con los sucesos en la familia Bozzo Reitano de los que tenía conocimiento y armó una cronología: el ofrecimiento “de un bebé” a su familia de crianza se había producido en diciembre del 77 —mes del secuestro de Gladys Castro y Walter Domínguez—, poco después de que el integrante de Inteligencia arribara a la Ciudad de Mendoza.

El relato familiar decía que les habían hablado de una mujer que “estaba sola, embarazada. No se sabía si iba a ser varón o nena, que no lo iba a querer y que nacería aproximadamente en el mes de marzo”, precisó Claudia. El marido “había fallecido” y ella “no podía o no quería tenerlo”. Según la partida de nacimiento, Claudia nació el 13 de marzo de 1978. Coincide con la fecha probable de parto que le dijo su abuela Angelina: “Después del 10 de marzo”. Ella había llegado con una indicación —no sabe si escrita u oral— de que debían dejar registrado que Antonia había dado a luz en el domicilio.

Sin embargo, Claudia recuerda que Julio Bozzo negó en, al menos, dos oportunidades la participación de Carabajal. La última vez fue en 2015, cuando ya la habían llamado para comentarle las irregularidades de su partida de nacimiento y la posibilidad de que fuera una de las más de 500 niñas y niños apropiados durante la dictadura.

Con su identidad restituida, un día antes de que Claudia conociera a sus abuelas, Antonia y Julio le admitieron que Carabajal había tenido algo que ver. Según le explicaron, no le habían dicho la verdad para cuidarla, por el contexto siempre “turbio” de Carabajal: deudas, amenazas, extorsiones a su alrededor. Ella reflexionó: “Sabía que había algo turbio ahí con él y no entendía por qué lo habían escondido”.

En ese tiempo Claudia también descubrió por qué Julio Bozzo llevaba años distanciado con Héctor Carabajal. A través de un llamado telefónico, había sido víctima de una extorsión: “Si no entregaba o devolvía no sé qué, iban a decir que Julio y Antonia tenían una hija de desaparecidos”. Bozzo intentó insistentemente averiguar con Carabajal de qué se trataba esa extorsión, pero nunca lo consiguió.

Las pistas para relacionarlo con su desempeño en el Destacamento de Inteligencia 144 son innumerables. En la familia nunca se supo bien a qué se dedicaba Carabajal —“todos tienen relatos distintos en momentos diferentes”— sabían que era militar, tenía relación con la intendencia del Ejército y participaba en fiestas de fin de año a las que solo eran invitados los integrantes de la fuerza. Sus hijos iban al Liceo Militar e incluso una prima festejó un cumpleaños en un salón de la fuerza que él consiguió. Pero Carabajal, después del 76 o 77, siempre estuvo vestido de civil.

Luego de la restitución de su identidad, Claudia supo una historia de Julio Bozzo. Él trabajaba en el correo y un día participó de una manifestación que fue disipada por las fuerzas. Luego de eso, Carabajal le hizo un comentario en la casa de Dominga —mamá de Antonia Reitano—: “’Qué poco les duró estar en la calle’ o algo por el estilo”. Julio asoció que Carabajal debía haber estado ahí porque no existía otra forma de conocer que la movilización había sido dispersada.

Otra situación “rara” que relató Claudia Domínguez Castro es una de la que se enteró por su prima Silvana, quien había hablado con su mamá, Norma. Le contó que Carabajal, en ocasiones, salía a trabajar a la noche y volvía a la madrugada. “Yo lo relacioné con el momento en que secuestraban a las personas”, aclaró la testigo. Y agregó: “¿En qué trabajo se sale a las once de la noche y se vuelve a las tres o cuatro de la mañana? Para mí, eso… Más claro, echale agua”. Él en ese momento decía ejercer en el ámbito de la seguridad privada.

Claudia intentó esbozar una explicación sobre la participación del integrante de Inteligencia en el secuestro de su mamá y su papá, como también de su apropiación y entrega. En concreto, desconoce la función específica del hombre o si fue casualidad su implicación en el caso. Tampoco sabe si Héctor Carabajal participó directamente la noche del secuestro de Walter Domínguez y Gladys Castro, pero aseguró que, al ser un plan sistemático, él “sabía dónde he estado yo, dónde he nacido, dónde estaba mi mamá, qué pasó con mi papá”.

Finalmente, Claudia Domínguez Castro, nieta recuperada 117, agradeció la posibilidad de declarar y así “acercarse a la sensación de justicia”: “Estoy esperando de cada juicio algo de información”, manifestó conmovida, para poder “cerrar estas heridas que quedan aún abiertas”. En referencia a su mamá, Gladys Castro, y su papá, Walter Domínguez, concluyó: “Me encantaría poder escuchar qué pasó con ellos, dónde se los llevaron, cómo terminaron, cuándo y dónde nací”.

La próxima audiencia será el viernes 20 de agosto a las 9:30.

Una respuesta en “La inteligencia sangrienta”

  1. Leo con atención concentrada al filo. De un precipicio que permitirá levantar vuelo hacia una verdad que creyeron ocultar. Agradezco este amoroso tjo de hormiga que realizan cros. para que llegue esta info a mí. Cuando se saben estas cosas, una deja de ser lo que fue y tiene una resposabilidad. Entrañablemente hoy, aniversario de la bomba sobre Nagasaki en 1945.

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