Sara Palacio y Marcelo Verd se conocieron a fines de la década de 1950 militando en la Federación Universitaria de Córdoba. Marcelo vivía en un departamento con otros estudiantes en la calle Pedro Goyena al 268 en el que estudiaba odontología, Sara se preparaba para ser obstetra. En Córdoba, para esos años entusiastas universitarios se juntaban a discutir de política en un famoso club de boxeo. En el ring se disponían los oradores y debatían sobre teoría política. A veces en el departamento se reunían con el interprete argentino Atahualpa Yupanqui y entre asados, fútbol y guitarreadas soñaban con otro país. Era la época de la “laica o libre” y estos jóvenes politizados salían a la calle a repartir cintas a favor de la responsabilidad estatal en la educación. En este contexto, algunos grupos hablaban de la lucha armada, sin embargo el partido Comunista no acordaba con ella y abogaba por la disputa política
A medida que el compromiso político se fortalecía, comienzan a evidenciarse diferentes tipos de movilidades. Marcelo y Sara se casaron en la ciudad de San Juan al medio día del 22 de diciembre de 1961. Volvieron a Córdoba y se establecieron en un barrio “tomado” por parejas jóvenes, de casas pequeñas, humildes y pobres del banco hipotecario que no habían sido adjudicadas. En la casa de los Verd, las mujeres cocían de noche los uniformes para las acciones de protesta. Ellas no sabían muy bien para quiénes eran, ni quién traía las telas y no preguntaban. Marcelo para entonces trabajaba en la policía de Córdoba y conseguía información importante para las primeras acciones. Fue entonces, Córdoba el escenario de los debates políticos, algunas acciones de protesta y el lugar de los primeros contactos con gente que reclutaba jóvenes para ser adiestrados en Cuba.
Sara se recibió de obstetra en agosto de 1961, Marcelo de odontólogo en 1964. Ese año, se organizó en el monte salteño la primera entrada de las escuadras guevaristas en la Argentina.
Un puñado de hombres al mando de Ricardo Masetti [7] , el Comandante Segundo del Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), llegaba cerca de Orán con el objetivo de armar un foco revolucionario . En 1965, los Verd vivieron unos meses en Tucumán.
Luego del golpe de 1966, que derrocó al presidente constitucional Arturo Illía y en el queasumió la llamada Revolución Argentina con Juan Carlos Onganía como presidente de facto; Luis Stamponi, quien apoyó las acciones en Salta, se conectó con sectores estudiantiles y sociales que conocía en argentina desde años atrás, incorporando a varios jóvenes, entre ellos a Marcelo Verd ligado al EGP .
“A mediados de la década del sesenta, la revolución parecía ser un futuro a punto de volverse presente. Pero no se podía dejar su concreción en manos del destino, había que involucrarse, hacerla posible en cada lugar” . Muchos jóvenes latinoamericanos, muchas parejas se embarcan a Cuba para “hacer la revolución”. Marcelo Verd y Sara Palacio, un matrimonio cuyano partirá tras el mismo sueño, pero no van solos llevan a sus dos hijas.
Retomando el ejemplo del matrimonio Verd-Palacio observamos como las redes trasnacionales de los estados se pasaron información de las actividades, los desplazamientos y de los itinerarios políticos de esta pareja. Según Gustavo Rodríguez Ostria (2006) y Torres Molina (2009), el contacto cubano que confeccionó los pasaportes de esta familia fue quien vendió los datos a la CIA. A partir de 1969 las familias Verd-Palacio eran vigiladas por organismos del estado tanto en Mendoza como en San Juan. “Los nombres de las personas que recibieron instrucción militar en Cuba fueron facilitados a la inteligencia argentina por la inteligencia norteamericana.
Habían sido entregados en Marzo de 1969 por un funcionario de la Embajada
cubana en París que pidió a los norteamericanos asilo político. Con esos datos la inteligencia militar argentina confeccionó un organigrama: Génesis de la guerrilla urbana, que en líneas generales, en cuanto a los nombres que menciona, es verídico” .
La comunidad ideológica y las redes de colaboración entre militares de los distintos países latinoamericanos con Estados Unidos, contribuyeron a las prácticas ilegales contra la población civil.
Las fuerzas de seguridad del estado en 1971 también comienzan a delinear nuevos métodos
ilegales para detener a los revolucionarios en los centros urbanos como por ejemplo la estrategia que posteriormente será llamada de zonas liberada [48] . Los secuestros de militantes y otras personas consideradas sospechosas que tienen lugar en esos años muestran el desarrollo de este accionar.
En 1971, los Verd se instalaron en San Juan y alquilaban una casa en la calle Arenales al 967 oeste, en Villa del Carril. La vida de la familia transcurría en una aparente tranquilidad. Marcelo trabajaba en un centro odontológico y las nenas iban a la escuela y acompañaban a su padre al lugar de la casa que tenía cierta magia: el sótano, donde había una hamaca tejida por el propio Marcelo.
Sin embargo, durante Julio de 1971 las acciones represivas del estado se ponen de manifiesto en acciones contra el matrimonio Verd- Palacio; Roberto Quieto y la pareja de Juan Pablo Maestre y Mirta Misetich.
El 2 de julio de 1971 los Verd fueron secuestrados en San Juan a plena luz del día y delante de sus dos hijas. El 7 de julio hubo un intento de secuestro contra Roberto Quieto –perteneciente a la FAR- que fue malogrado cuando pidió ayuda a un patrullero que pasaba por la zona y quedo detenido “legalmente” .
“Los Maestre que ya habían pasado a la clandestinidad, cometieron el descuido de visitar a su familia. Estaban vigilados, los estaban esperando. Durante la acción murió Juan Pablo Maestre y a Mirta la capturaron ilesa. Se los llevaron en dos autos. En respuesta a las denuncias de los vecinos y familiares llegaron demorados dos patrulleros de la seccional de policía más cercana. Los policías mandaron a borrar las pistas y omitieron iniciar actuaciones por el secuestro. Podemos suponer que la estrategia de zona liberada comenzaba a ser puesta en práctica” .
Ni la amplia difusión que tuvieron estos casos en la prensa del país, ni las pruebas que un grupo de conocidos abogados aportaron a estas causas, ni los contactos familiares con políticos o con la iglesia, lograron estimular el accionar de la justicia en la búsqueda de esclarecer estos secuestros .