– Giancarlo Maniga para los casos Banfi (Uruguay), Viñas (Argentina) y Venturelli (Chile), la Región Emilia-Romagna y el sindicato CGIL
– Arturo Salerni para los Recagno, Sanz, Rio Casas-Enseñat, Moyano y Artigas (Uruguay ), Donato y AFDD (Chile), Stamponi y Campiglia (Argentina), y ASOFAMD (Bolivia)
– Mario Angelelli para los casos Gatti, Sanz (Uruguay) y Donato (Chile)
– Simona Filippi para los casos Maino (Chile) , Artigas y Zaffaroni Islas (Uruguay
Una nueva novela, The Silenced, cuenta la historia de la escuadra de La Plata aniquilada en los años previos al Mundial de fútbol de 1978.
Decenas de libros de deportes llegan a mi escritorio cada año. Sin embargo, pocos han tenido la fuerza de The Silenced, una historia extraordinaria que finalmente se publicó en inglés la semana pasada. Cuenta la impactante historia real de lo que sucedió cuando uno de los mejores equipos de rugby de Argentina desafió al estado. Cualquiera que todavía crea el engaño cobarde de que el deporte y la política no deberían mezclarse debería leerlo y arrepentirse apresuradamente.
Comienza con una entrevista a Raúl Barandiarán, único superviviente del primer equipo de rugby de La Plata 1 ° XV de 1975. Cada uno de sus 20 compañeros, escribe el autor italiano Claudio Fava, fueron asesinados: “baleados, asesinados, ‘desaparecidos’ , en un intento de arrancar de raíz a una generación, a todo un escuadrón ”.
Este no era un equipo ordinario. La Plata, con sede en un suburbio costero de Buenos Aires, era uno de los clubes líderes en Argentina. “Eran un buen grupo de muchachos”, dice Barandiarán. “Lo mejor, fuimos imbatibles en siete. Pero nunca nos llamaron a la selección nacional. El rugby es un deporte de derecha en Argentina y nosotros estábamos de izquierda ”. Y estar en la izquierda durante la “guerra sucia” en los años 70 y principios de los 80, cuando 30.000 personas sospechosas de oponerse al gobierno fueron torturadas, asesinadas o desaparecidas, era un lugar peligroso.
El primero en ser asesinado, el Viernes Santo de 1975, fue el medio scrum Hernán Rocca, que había decidido quedarse en casa mientras la mayor parte del equipo giraba por Europa. “Una noche lo siguieron a casa después del entrenamiento”, dice Barandiarán del grupo paramilitar Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). “Lo detuvieron en el camino y lo asesinaron allí mismo en la Carretera Panamericana. Le pusieron 19 balas ”. Tenía 21 años.
Para el próximo partido de La Plata contra Champagnat, Fava relata cómo el club guardó un minuto de silencio por Rocca que se extendió hasta 10. Fue un acto de duelo que se convirtió en un peligroso acto de desafío.
La novela de Fava se basa en hechos pero, como The Damned United, ficcionaliza muchas escenas. “Un minuto puede prolongarse toda la vida, tan prolongado como una muerte lenta”, escribe. “Abajo en la hierba, nadie se movió. En las gradas, nadie volvió a sentarse. Todos permanecieron inmóviles, congelados, con los brazos a los lados, el balón olvidado. Todos esperaron a que pasara un poco más de tiempo, porque un minuto era demasiado corto … demasiado corto para esa miserable muerte con el alambre de metal envuelto alrededor de sus muñecas y el cañón de la pistola presionado en la parte posterior de su cabeza “.
El silencio puso el foco en la escuadra del equipo, muchos de los cuales pertenecían a grupos comunistas. Y a partir de 1976, cuando asumió el mando el general Jorge Rafael Videla, las cosas empeoraron aún más.
Tres miembros del equipo, Otilio Pascua, Pablo Barut y Santiago Sánchez Viamonte, fueron secuestrados juntos. Un mes después, se descubrió el cuerpo de Pascua, estudiante de arquitectura y miembro del Partido Comunista. “Su cuerpo fue encontrado flotando en el Río de la Plata, hinchado más allá del reconocimiento por el agua, los brazos fuertemente atados, las manos cortadas, una bala en la cabeza”, dice Barandiarán. Como miles más, Pascua había sido arrojado de un avión. Pero 15 de los 20 de La Plata que desaparecieron nunca han sido contabilizados.
“Cada muerte abría otra herida, un nuevo horror, otra laceración del alma”, escribe Fava. Sin embargo, increíblemente, el equipo continuó jugando, a pesar de verse obligado a presentar jugadores del equipo juvenil. Incluso rechazaron un plan de su entrenador, Hugo Passarella, para organizar una fuga del equipo a través de una gira por Francia.
Si bien la historia de La Plata se ha filtrado lentamente en Argentina, en Europa apenas se conoce. Es un recordatorio, en una semana en la que los jugadores de los Países Bajos, Noruega y Alemania usaron camisetas para protestar contra los derechos humanos en Qatar, y los manifestantes instaron a Mars Wrigley a retirar a Snickers de ser el chocolate oficial de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing, de cómo el deporte y la política está entrelazada.
La hermana de Rocca, Araceli, por ejemplo, está obsesionada al imaginar el momento en que fue secuestrado, asesinado y su cuerpo arrojado a la carretera. “Estaba obsesionada con pensar en cómo lo habías vivido, cómo habían sido tus miedos” , escribe . “¿Temblaste? ¿Lloraste? ¿Pediste que no te mataran? ¿Sentiste el terror de la impotencia? “
Hacia el final del libro Fava, cuyo propio padre fue asesinado por la mafia siciliana, intenta encontrar un método en la locura. “No era el destino lo que estaba detrás de la violencia, sino una mentalidad retorcida, la sensación oscura y desoladora del poder, la codicia y la sed de unos pocos, su deseo de impunidad”, decide. “En esto, el presidente Jorge Videla y Benedetto Santapaola, el jefe de la mafia condenado por el asesinato de mi padre, tienen similitudes”.
El último jugador de La Plata fue secuestrado y declarado “desaparecido” apenas tres días después de la victoria de Argentina en el Mundial de fútbol de 1978. Pero el mundo miraba para otro lado. No es de extrañar que Fava escriba que el torneo fue la “joya de la corona de la máquina de propaganda de la junta”. Eso, tal vez, ofrece más elementos en los que pensar. ¿Unos Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing o una Copa del Mundo en Qatar, alguien?
El gobierno argentino ha enviado miles de kits de pruebas de ADN a sus consulados en todo el mundo en un esfuerzo pionero para poner nombres a las víctimas no identificadas asesinadas en la “Guerra Sucia” librada por la brutal dictadura militar hace cuatro décadas.
El mes pasado, las autoridades argentinas, en colaboración con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, el movimiento Abuelas de Plaza de Mayo e investigadores del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lanzaron su campaña internacional Derecho a la Identidad, comprometida a poner un nombre a todas las mujeres, hombres y niños asesinados por la junta militar en Argentina en los años setenta y principios de los ochenta.
Después del golpe de 1976, los militares argentinos se dispusieron a aplastar sistemáticamente a cualquier oposición potencial y, finalmente, “desaparecieron” y asesinaron a 30.000 personas, casi todas civiles no combatientes desarmadas.
Los abusos cometidos contra los ” desaparecidos “ en la Guerra Sucia de Argentina han causado un profundo trauma en la psique argentina. Las prisioneras embarazadas se mantuvieron con vida hasta que dieron a luz y luego fueron asesinadas . Al menos 500 bebés fueron separados de sus padres mientras estaban en cautiverio y entregados a parejas de militares sin hijos para que los criaran como si fueran suyos.
La tarea de identificar a las víctimas de la dictadura es hercúlea, comenzando por descubrir dónde los militares enterraron los cuerpos de sus víctimas.
Después del regreso de la democracia, se descubrió que muchas víctimas estaban escondidas en fosas comunes sin nombre, algunas en cementerios municipales. Otros fueron arrastrados a las playas de Argentina después de que fueron drogados y arrojados al Océano Atlántico desde aviones en macabro“Vuelos de la muerte” organizados por los militares.
Anuncio publicitario
El año pasado, el EAAF, que fue nominado al premio Nobel de la paz en 2020, inició una campaña para identificar unos 600 restos recuperados en los años posteriores a la guerra y que se cree que son personas “desaparecidas” por la junta. Sin embargo, sus esfuerzos se han visto frustrados por la falta de datos genéticos.
Ahora, la búsqueda de las familias desaparecidas se ha extendido internacionalmente con el gobierno instruyendo a las embajadas y consulados argentinos en todo el mundo para ayudar a encontrar a los familiares desaparecidos que podrían proporcionar ADN para ayudar con la identificación.
Los primeros kits de recolección de ADN llegaron hace dos semanas al consulado general argentino en Roma.
Se espera que las pruebas en Italia revelen muchas de las identidades faltantes. Cientos de miles de italianos emigraron a Argentina a finales del siglo XIX y principios del XX y casi 700.000 argentinos tienen doble ciudadanía. Muchos italianos también viajaron a Argentina durante la dictadura militar para unirse a la resistencia contra el régimen de extrema derecha. En octubre de 1982, el periódico italiano Corriere della Sera publicó una lista de 297 italianos de entre 17 y 29 años que desaparecieron en Argentina.
Maco Somigliana, quien ha sido miembro del equipo del EAAF desde 1987, dijo: “Hemos podido identificar alrededor de 1.000 restos de víctimas de la dictadura argentina. Hay 75 italianos reportados como secuestrados durante la dictadura y hemos podido identificar positivamente a cinco de ellos hasta ahora ”.
The Guardian ha visto una lista oficial de 45 desaparecidos de origen italiano, que aún no han sido identificados. La búsqueda de sus familiares, que ya ha comenzado, estará a cargo de dos consulados argentinos en Italia, que recogerán ADN en Italia, Albania, Malta y San Marino.
Aquellos que crean que pueden ser familiares de desaparecidos tendrán que dar una muestra de sangre para poder rastrear el ADN mitocondrial. La gota de sangre, extraída y recogida en un contenedor especial, será enviada luego en vuelo diplomático a Córdoba en Argentina, donde tiene su sede el laboratorio forense del EAAF.
Ana de la Paz Tito, cónsul general de Argentina en Roma, dijo: “Con la ayuda de la ciencia, Argentina ha fortalecido su camino hacia la búsqueda de la verdad. Los huesos pueden hablar. La ciencia puede hacer hablar a los huesos.
“El derecho a identificar los cuerpos de los desaparecidos , sus hijos, es un derecho fundamental, como la libertad, la salud, el trabajo y la educación. Este derecho, en mi país, había sido violado por el propio Estado. Y esa tragedia nos empuja a los argentinos, hoy, a llevar la verdad a esas víctimas y sus familias. Porque la verdad nos ayuda a incrementar nuestra memoria colectiva y evitar la repetición de estas tragedias ”.
Una vez identificados los restos, serán devueltos a sus familiares. Este trámite es gratuito y confidencial y habrá una indemnización económica para los familiares de las víctimas.
Jorge Ithurburu, presidente de la organización de derechos humanos con sede en Roma 24 Marzo , que toma su nombre de la fecha del golpe, dijo: “Es importante identificar a estas personas, el entierro es un derecho de todos, pero también es una forma para permitir que los familiares, que han vivido durante décadas en una especie de limbo, lloren a su ser querido.
“La idea es que estas personas dejen de ser desaparecidos y que les demos un nombre, les hagamos justicia y que finalmente podamos averiguar la causa de su muerte”, dijo.
Encontrar e identificar los cuerpos es una tarea que requiere paciencia.
Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, grupo de madres de los “desaparecidos” que se enfrentaron a la junta militar exigiendo conocer el destino de sus hijos, fue ella misma secuestrada y arrojada al Atlántico en diciembre de 1977.
Villaflor’s Poco después, el cuerpo apareció en una playa lejana y fue escondido por la policía local en una tumba sin nombre. No fue hasta 2003 que se certificó el asesinato de Villaflor después de que el equipo de Somigliana descubrió el lugar donde la policía la había enterrado en secreto.
Desde entonces, el EAAF ha aplicado las habilidades adquiridas en Argentina en otros lugares, identificando víctimas de ejecuciones sumarias y genocidio en todo el mundo, en Bosnia-Herzegovina, África, México y Asia, incluida la identificación del cuerpo del Che Guevara, el revolucionario cubano-argentino. , en Bolivia. También participaron en el caso de los 43 estudiantes masacrados en 2014 en la guerra contra las drogas en México a pedido de los familiares de las víctimas.
AUDIENCIA 6 / “ENGENDRAR EL AMOR ERA TAMBIÉN UN ACTO REVOLUCIONARIO”
21-5-2021 | Declararon Beatriz García y Ana Montenegro, amigas y compañeras de María del Carmen Moyano. “Betty” García, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH), refirió las pistas que recibió la organización sobre el paradero de la bebé apropiada. Montenegro dio detalles de la vivienda que ella y Daniel Olivencia compartieron con Carlos y Pichona en San Juan, en 1975, y su último encuentro con María del Carmen —embarazada— a principios del 77. La próxima audiencia será el viernes 4 de junio a las 9:30.
Ambas declaraciones fueron extensas y detalladas. Las testigos recordaron conmovidas a Pichona y Carlos y le dirigieron palabras a su hija Miriam.
Beatriz García: juventud y militancia junto a “Pichona”
Beatriz García es docente jubilada e integrante del MEDH. Coordina además el grupo Memoria e Identidad “Pichona” Moyano. Comenzó su declaración señalando que le interesaba fundamentalmente que Miriam y su hijo supieran quién y cómo era Pichona: “Guardo el mejor de los recuerdos de mi parte de la vida compartida con ella”. Según García, la mujer era solidaria y “llana”: “No le gustaba hacerse notar. Hacía las cosas que le correspondían, pero sin esperar reconocimiento”, recordó.
Se conocieron en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad Maza en 1972. Allí coincidieron como alumnas y luego en el Centro de Estudiantes. Más tarde comenzaron a participar de Juventud Peronista 17 (JP 17). Entre 1972 y 1973 militaron en el barrio San Martín en el marco de la labor encarada por “Macuca” Llorens en esa comunidad. Allí el grupo repartía comida y ropa, además de entregar medicamentos que conseguían de forma gratuita. Juan Basilio Sgroi, presidente del Centro de Estudiantes —ya recibido— era el encargado de supervisar la tarea.
Asimismo, Beatriz y María del Carmen trabajaron juntas en la guardería del Campo Papa, “que aún hoy es un lugar de mucha vulnerabilidad”. Se bajaban del micro y debían caminar una gran distancia. Un día de invierno las acercó un camión. Al hombre le pareció peligroso lo que hacían: “Le explicamos que la gente del barrio no era mala, que tenían necesidades. Que nuestra función en la guardería era permitir que sus padres y madres pudieran ir a trabajar”. García recordó la imagen de Pichona con los niños y las niñas sobre su falda, con las caras sucias y paspadas del frío. Ella se las limpiaba y les colocaba crema.
Otro recuerdo importante fue el viaje a Ezeiza para recibir a Perón, el 20 de junio de 1973: “El clima era de gran algarabía. Una de las personas que le daba alegría a la situación era Pichona. Disfrutamos mucho ese viaje, fue una experiencia maravillosa”. A esa altura se habían hecho muy amigas. Llegaron a Ezeiza caminando desde el Club Vélez, donde se alojaban: “Estábamos muy cerca del escenario”. Luego “se armó un terrible tiroteo” y terminaron cuerpo a tierra: “Con Pichona estábamos tiradas en el suelo, tomadas de la mano”. Se retiraron cuando supieron que Perón había aterrizado en una unidad militar. Recién tuvieron conciencia de la matanza al llegar a sus hogares. Sus familias estaban muy asustadas.
Las dos amigas compartieron vacaciones y viajes a Buenos Aires: “La profundidad de mi relación con Pichona se fue afianzando”.
En octubre de 1973 comenzaron a trabajar en la Dirección de Tránsito y Transporte, donde ingresaron de la mano de Sgroi, designado en la repartición por Martínez Baca. Según la testigo, Pichona era muy querida y es muy recordada por el resto del personal.
Mientras se desempeñaban en esta dependencia, en 1974 o principios de 1975, Moyano fue secuestrada cuando esperaba el micro: la subieron a la fuerza a un vehículo, la golpearon y la arrojaron maniatada y amordazada en el pedemonte. Una vez desatada pidió ayuda y consiguió que la acercaran a su casa. Al día siguiente fue a trabajar normalmente, “como si nada hubiera pasado”, pero sus compañeras vieron los raspones y moretones. Tiempo después le confesó a Beatriz lo que había sucedido. “Nunca supimos quién había sido. Ya en esa época estaban a pleno el Comando Pío XII y el CAM [Comando Anticomunista Mendoza]”.
Aunque la testigo dejó la militancia en la JP luego de la muerte de Perón, a fines de 1974, ella y Pichona siguieron viéndose. El 4 de abril de 1975 se encontraron en el cine de la Galería Tonsa. Su amiga le contó que esa tarde habían hecho un acto relámpago en la rotonda del avión, donde arrojaron “bombas panfleteras”. Sobre este suceso existen notas periodísticas. Pichona había logrado escapar de la Policía y temía por los demás compañeros. Beatriz ofreció llevarla hasta su vivienda en Godoy Cruz. Cuando se aproximaban a la esquina —calle Paraná— notaron un operativo y numerosos vehículos policiales o militares. La testigo sugirió que Pichona se fuera con ella, pero prefirió bajarse en la calle San Martín. Dos días más tarde allanaron también la casa de García aunque no estaba presente.
Supo después que María del Carmen había estado con una compañera antes de partir a San Juan. Las hermanas de Carlos le contaron que Pichona llegó a esta provincia “con lo puesto”. El día del cine fue la última vez que la vio en la legalidad. Como consecuencia de estos episodios su amiga se vio obligada a pasar a la clandestinidad. No obstante, la familia Moyano concertó algunos encuentros más entre ellas, que se produjeron entre abril del 75 y marzo del 76, momento en que Beatriz fue detenida.
“Un día me llamó su hermana Adriana y me citó en la estación del Ferrocarril. No pregunté. Fui con bastante miedo. Llegué y vi el auto de don ‘Pancho’ Moyano, gran hombre, incondicional con su hija”. Habló con Pichona sentada en un banco: “Nos juntábamos para vernos y saber que estábamos bien”.
En 1976 García estuvo presa. Al salir en libertad montó una mercería para sobrevivir. Allí recibió la visita de un hombre alto y morocho: era Carlos Poblete. Se presentó como “el compañero de Pichona” y trató de tranquilizarla asegurando que a él no lo conocían. “Carlos se fue y pensé que era un sueño. Me contó que Pichona estaba embarazada y que estaban muy felices. Le regalé escarpines. Solamente sé que Miriam no los usó”.
En 2002 la testigo se encontró con Eduardo Becerra, compañero de militancia y de la Dirección de Transporte, quien la contactó con Adriana Moyano, hermana de Pichona. Las dos mujeres se hicieron amigas. Desde entonces, todos los 24 de marzo y los 9 de mayo —cumpleaños de María del Carmen— se reúnen para recordarla. A partir de este reencuentro la testigo pudo “reconocer” que Pichona estaba desaparecida y, por tanto, fallecida: “Mi intelecto lo sabía, pero yo no lo podía aceptar”, explicó.
Alejandro Piña, presidente del tribunal
García no ignoraba el derrotero de la pareja —primero en La Perla y luego Pichona en la ESMA— y el nacimiento de la niña. Pudo acercarse a testimonios como el de Teresa Meschiatti y tuvo acceso a un habeas corpus que Francisco Moyano y otras familias presentaron a favor de mujeres detenidas y sus bebés apropiados. En el documento se relataba que Pichona había estado un mes “tirada en el suelo”, encapuchada y engrilletada, en lo que se conocía como “capucha”. Después fue trasladada a una habitación sin luz ni ventilación donde al poco tiempo se sumó Ana Rubel. Cuando tuvo contracciones la bajaron a la enfermería y la atendió el médico Magnacco. Pichona había pedido a gritos la presencia de Sara Solarz de Osatinsky, que asistió como partera a algunas detenidas. El ruido de los grilletes de Sara era insoportable para la embarazada. “En esa situación de horror, de locura y de muerte nació Miriam —declaró— que es la hija de Pichona y que ha sido víctima del delito de apropiación y supresión de identidad por cuarenta años”. Luego del parto, continuó, a Pichona la llevaron de nuevo a esa habitación. Miriam estuvo siete y ocho día con su mamá, quien posiblemente la amamantó: “Esa es una marca que no se pierde”. Poco después dio a luz Ana Rubel y regresó con Jorge, su hijo. Estuvieron dos días hasta ser retiradas, seguramente con destino a un “vuelo de la muerte”, aventuró.
La testigo se sumó al MEDH porque siempre estuvo muy interesada en la búsqueda de Miriam. Trabajó muchos años en el área de identidad. En noviembre de 2005 una compañera de trabajo, también docente, pidió hablar con ella: era Blanca Haydée Bustos, vinculada a la familia Fernández. La mujer le contó que en el invierno de 1977 la pareja imputada la visitó con una bebé pequeña aunque no tenían una relación cercana. Bustos sabía que la niña no podía ser hija de Luffi porque había dado a luz hacía poco a uno de sus hijos. Sin embargo, sostuvo que era suya. La docente ccomentó además que desde hacía mucho tiempo en la familia se rumoreaba que Miriam era “hija de desaparecidos” y que Fernández tenía “una hija apropiada”. “Quiso contármelo a mí para descargarse, para ver si podía hacer algo”, explicó Beatriz. Cuando Miriam recuperó su identidad, se reunieron Bustos y Adriana Moyano en casa de la testigo.
El MEDH procedió a investigar manteniendo la identidad reservada —por diecisiete años— a pedido de la mujer. En 2010 llegó otro testimonio, por correo. Firmaba Sofía Sande y decía ser prima de Miriam. En el mensaje aseguraba que “conocía esta situación y le incomodaba” y quería hacerlo saber, pero el MEDH no pudo concretar una reunión personal. Sande se excusaba porque temía dañar a Miriam. Beatriz se dirigió a ella: “Sofía, ya sabemos quién es Miriam”.
La testigo relató que a instancias de un grupo de jóvenes se armó una organización para recuperar las vidas de las personas desaparecidas en y de Mendoza a la que llamaron “Memoria e Identidad – Grupo ‘Pichona’ Moyano”. En 2016 grabaron un spot con Jorge Rubel —hijo de Ana Castro de Rubel—, nieto recuperado 116, en el que le hablaba a Miriam. El grupo publicó después el libro Juraría que te vi. El texto contiene una biografía de Pichona y otras historias de personas desaparecidas: “Se lo dedicamos especialmente a Miriam y a su hijo Maxi”. Beatriz también les dedicó su testimonio: “Todo ese grupo de gente que fuimos compañeros y amigos de Pichona, los queremos. Ansiamos poder abrazarlos (…) soñamos con un gran asado”.
Por último, planteó que no podía entender cómo una criatura nacida en la ESMA había llegado a manos de un policía del Departamento de Informaciones (D2). Tampoco se conoce dónde estuvieron Carlos y Pichona desde enero de 1977, cuando partieron de Mendoza, hasta abril o mayo, fecha en que ingresaron a La Perla: “¿Huyendo? ¿en el D2?”, se preguntó. “Sabemos, suponemos, que el apropiador conocía a Pichona y a su familia. Mendoza es una ciudad pequeña”.
Cuando concluyó la declaración, fiscalía y querella solicitaron que se citara a Blanca Haydée Bustos, Sofía Sande, Teresa Meschiatti y Jorge Castro Rubel para brindar testimonio en el debate. Se propuso incorporar como prueba el correo electrónico que recibió el MEDH y el libro Juraría que te vi. Viviana Beigel, abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, ofreció también la declaración de Alicia Lo Giúdice, psicóloga de esta organización, de acuerdo con la sugerencia de Beatriz García.
Luego de consultar con los imputados, el defensor oficial Santiago Bahamondes mostró conformidad. El abogado particular de Iris Luffi, Mariano Tello, cuestionó la pertinencia de la prueba documental mencionada y se opuso a convocar a Lo Giúdice, Meschiatti y Rubel. El tribunal deberá resolver.
Ana Montenegro: “Carlitos y Pichona se hacen presentes a través de esta niña”
La segunda testigo de la fecha fue Ana María Montenegro, quien conoció a María del Carmen Moyano y a Carlos Poblete. El testimonio estuvo marcado por el recuerdo de “’Pichona’ y Carlitos”, su compromiso militante, social y humanitario; y por la búsqueda de respuestas ante la apropiación de la hija de la pareja: “Siento que es a través de esta niña que podemos traer a la memoria quiénes fueron Carlos y Pichona”, consideró.
Antes del golpe, Ana militaba en la Juventud Universitaria Peronista en Mendoza con su compañero, Daniel Olivencia. Durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, Daniel fue víctima de un secuestro a manos de la Policía Federal y desde Montoneros evaluaron la posibilidad de trasladarlo a San Juan a principios de 1975. Ana se mudó con él dos meses después.
En esa provincia vivieron en una casa en la localidad de Rawson: Daniel, en la clandestinidad; pero Ana, no. Poco tiempo después, alrededor de junio del 75, llegaron Carlos Poblete y María del Carmen Moyano, a quien “cariñosamente le decíamos ‘Pichona’”. Las dos parejas compartieron los últimos meses del embarazo de Ana. Victoria, su hija, nació el 10 de septiembre de ese año en el hospital de Rawson.
Al día siguiente fueron retiradas por la madre de Ana y volvieron a la casa. “Cuando yo volví a la casa con Victoria, que era una nena realmente preciosa, Carlitos era una persona sumamente afectiva con la Vicky. Le decía ‘la Peta’”, sobrenombre cariñoso con el que la llamaron mucho tiempo. Carlos jugaba y cantaba con la niña.
La testigo contó que, a fines de 1975, debieron mudarse por razones de seguridad a la calle 9 de Julio —también en San Juan—, mientras que Carlos y Pichona se fueron a otro lugar cuya ubicación Ana ignora. En junio del 76, Ana volvió a Mendoza con su hija y en noviembre de ese año Daniel fue secuestrado en la calle El Líbano de Rawson. Carlos iba con él, pero logró evadir el operativo y escapó. Después de este evento, Carlos y Pichona se fueron de San Juan y Ana nunca volvió. Gracias al enlace con la mamá de Ana, él le hizo llegar a la testigo el documento de identidad de Daniel y ella se lo dio a la madre de su compañero.
Con Pichona y Carlos se volvieron a ver por última vez a principios de 1977, en un departamento de la calle Juan B. Justo de Mendoza. Pichona estaba embarazada y ella le dio algunos vestidos que le podían servir. “Tengo ese recuerdo vívido de Pichona con su panza, muy conmovida porque quería ver a la Vicky”, manifestó Montenegro. El 21 de marzo de ese año allanaron violentamente ese departamento: “Lo revientan, lo demuelen”, precisó la testigo. El alquiler estaba a nombre de Guillermo Salatti, futuro marido de Ana Montenegro, y tuvieron que pagar todos los daños ocasionados.
Ana reflexionó: “Me interesa poner de manifiesto quiénes fueron Carlos y Pichona y qué significa el hecho del amor, de la pareja, de maternar en un lugar tan terrible… Haber parido a esta niña en la ESMA, que para todos nosotros es el mismo corazón del horror”. Y es a través de aquella niña —que hoy es una mujer— que se trae el juicio la historia de su mamá y de su papá: “A través de ella se reconstruye la historia”, aseguró Ana.
La testigo encuentra una analogía entre la historia de Pichona y la suya: “No puedo dejar de ver en paralelo lo que ha sido mi vida y la vida de mi hija que, a pesar de toda la adversidad, pudo criarse conmigo. A pesar de la desaparición física de su papá hemos podido construir un lugar de amor para ella (…) Como madre, como alguien que vivió circunstancias tan parecidas, no puedo dejar de conmoverme en el sentido de lo que ha sido la historia de Pichona. La suerte mía pudo haber sido la suerte de Pichona y la suerte de Pichona pudo haber sido la mía”. Y la extendió hacia Victoria y Miriam: “Hoy hay dos hijas que entrelazan estas historias. Victoria porta la historia de su papá desaparecido y Miriam porta la historia de su mamá y de su papá desaparecidos. Desde el corazón de madre, de mi cabeza militante, quiero decirle a Miriam que siempre tiene un lugar con nosotros, de amor y de cuidado”.
Ana Montenegro destacó la figura del padre de Pichona, “Don Pancho” Moyano, a quien conoció en sus visitas a San Juan. Como otros testimonios, remarcó que Francisco fue un hombre que “luchó hasta el último día de su vida por encontrar a esta niña”, como también Adriana Moyano y Elsa Poblete.
Francisco Moyano buscó en todos los lugares posibles, recorrió dependencias, hizo presentaciones judiciales. “No hay algo que justifique por qué no la entregaron a su familia”. El apropiador era un hombre del D2, “una cosa que entra en la más absoluta perversión”. Su deber era llevarla a su seno familiar y nunca sucedió. Y continuó: “Quedarse con el hijo de una compañera es apropiarse de un botín de guerra, es el mismo horror de cuando pueden poseer en la violación, en el ultraje a una mujer engrillada, picaneada y violada (…) Se juega en el campo de la perversión, no me alcanzan las palabras para decirlo. Esto es el horror”.
En un camino opuesto ubicó la historia de Carlos y Pichona, y para referirse a esa historia de amor, Ana se dirigió a Miriam: “A mí me queda la tremenda necesidad de rendirle un homenaje con todo mi amor, todo mi cuidado y decirle que realmente su mamá la quiso mucho, la deseó mucho. Se abrazaba a la panza cuando la vi (…) Me siento con la obligación de decirle que nunca dudé del amor de su mamá y de su papá”. Se refirió, además, al calor de la lucha y de la construcción colectiva de “los buscadores de sueños”: “De este lado, una mantita que hemos ido tejiendo donde nos vamos cobijando todos. Del otro lado están el silencio, el pacto genocida (…) Quiero decirle a Miriam que la familia, los compañeros, la esperamos y la queremos”.
La militancia era una forma de cambiar el mundo injusto y Miriam es fruto del amor de dos personas que compartían ese sentimiento. “Yo nunca he dejado de nombrar a Pichona y a Carlitos. Siento que cada vez que cada uno declara está hablando en el nombre de los compañeros”. Esas compañeras y compañeros “éramos gente atravesada por la intención de cambiar y crear un mundo más justo. En ese mundo, parir, tener un hijo, engendrar el amor era también un acto revolucionario”, le dijo Ana Montenegro al tribunal y, a través de él, a Miriam.
La próxima audiencia será el 4 de junio a las 9:30.
En Roma, el Presidente homenajeó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo
En el marco de la etapa italiana de su gira por Europa, Alberto Fernández descubrió un mosaico realizado por el artista argentino Pablo Ramírez, que simboliza la lucha incansable por la memoria, la verdad y la justicia, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
El presidente Alberto Fernández participó en la noche del jueves de un homenaje a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, junto al embajador en Roma Roberto Carlés, en el marco de la etapa italiana de su gira por Europa.
De visita en la sede de la embajada argentina ante Italia, el mandatario descubrió un mosaico realizado por el artista argentino Pablo Ramírez, que simboliza la lucha incansable por la memoria, la verdad y la justicia, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, informaron fuentes oficiales a Télam.
Además del presidente y Carlés, también participaron del homenaje los referentes de Derechos Humanos Jorge Ithurburu y Dora Salas, representantes en Italia de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo y la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos.
El mosaico simboliza la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
El mosaico simboliza la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Fernández estuvo acompañado por la Primera Dama, Fabiola Yáñez, y por el canciller Felipe Solá.
Durante la ceremonia, estuvo también presente la embajadora argentina ante la Santa Sede, María Fernanda Silva.
El marco del homenaje, en el año del 45 aniversario del inicio de la última dictadura cívico-militar, es la campaña por la candidatura para que el Museo de la Memoria Ex Esma, se convierta en Patrimonio de la Humanidad de Unesco.
7-5-2021 | Declararon integrantes de las familias Moyano y Poblete. Adriana Moyano, hermana mayor de María del Carmen, relató la persecución que sufrió su familia por la militancia de “Pichona” y la búsqueda incansable de su padre Francisco. Elsa Poblete ofreció una semblanza de su hermano Carlos. Ambas aportaron la información que pudieron recabar sobre el nacimiento de Miriam y los últimos días de Pichona y Carlos a partir de testimonios de otras personas detenidas en los centros clandestinos de detención de La Perla y la ESMA. La próxima audiencia será el viernes 21 de mayo a las 9:30.
Adriana y Elsa narraron los episodios desde la perspectiva de dos familias vinculadas entre sí por la búsqueda. Recordaron a la pareja desaparecida y refirieron el camino hasta el encuentro con su sobrina.
El parto
Adriana Moyano declaró desde Mar del Plata. Comenzó narrando el nacimiento de Miriam en la ESMA. Pichona dio a luz junto a otra parturienta, Ana Rubel de Castro. Esto lo supieron por una carta que Sara Osatinsky mandó desde Suiza aún en dictadura. La mujer, también detenida, había presenciado los partos.
“Han pasado más de cuarenta años y me sigue doliendo”. Adriana relató que al pequeño, “Rubén” [Jorge Castro Rubel], lo enviaron a la Casa Cuna. “A Miriam la mandan a Mendoza. En teoría la iban a mandar a mi casa. Tenía un tío que trabajaba en Presidencia, por conocidos había hecho diligencias para que la niña llegara a mi familia”. Concretamente, a su padre Francisco. La madre de las hermanas Moyano había fallecido.
En Comodoro Py, luego de declarar en la megacausa por los delitos cometidos en la ESMA, una mujer se acercó a Adriana y le contó que la niña, Miriam, había nacido el 10 de junio, aunque fue anotada mucho después. También se enteró de que Pichona fue atendida por el partero de la maternidad de la ESMA, de apellido Magnacco. Primero se llevaron al bebe y la beba. A los pocos días las madres fueron retiradas por Pedro “Bolita”. Años después supieron que este sujeto “tenía un quiosco en Buenos Aires”, agregó la testigo. El dato que se repitió en el mencionado juicio era que a las personas detenidas en la ESMA las subían a un avión y las arrojaban al Río de la Plata.
Al hijo de Ana Castro —que recuperó su identidad en 2014— lo conoció en Mendoza, en la presentación de un libro donde se hablaba de María del Carmen, realizado por el grupo que lleva su nombre. Eso fue poco tiempo antes del hallazgo de Miriam. Adriana relató que en esa ocasión le “saltaron las lágrimas” porque Jorge, nieto 116, nació con bajo peso pero estaba vivo. Entonces su sobrina, que “había nacido sana”, seguramente también.
“Mi hermana era un ser de luz”
El fiscal Daniel Rodríguez Infante le pidió a Adriana que hablara de María del Carmen. La mujer afirmó que su hermana “era un ser de luz”. Le decían “Pichona” porque era la menor de la familia. “Desde chicas nos enseñaron a ser solidarias con los otros, en la Iglesia estábamos en la Acción Católica, después en la Cruz Roja. Mi hermana y su grupo de amigos hicieron una acción solidaria en el barrio San Martín”.
María del Carmen estudiaba Bioquímica en la Universidad Maza, donde habían armado un grupo estudiantil. Luego se incorporó a la Juventud Peronista. La familia vivía en la calle Paraná. En la década del setenta, al volver del cine con una amiga, un día Pichona se encontró con la casa allanada pero logró escapar. Entonces estuvo itinerante en distintas casas de familiares hasta que se trasladó a San Juan con ayuda de un tío que residía en esa provincia.
Adriana relató que durante el allanamiento detuvieron a su padre, Francisco Moyano. Primero lo retuvieron en el Hospital del Carmen y luego pasó a la cárcel. “Para mi papá fue terrible esa situación”. Lo habían apresado “como rehén” para que se entregara Pichona, pero la familia se resistió: “Mi papá sabía las barbaridades que hacían en el Palacio Policial. Sabía que si caía una chica la apaleaban y violaban. Vio cómo le dieron terrible paliza a un muchacho que había sido director de Transporte, donde trabajaba mi hermana, por eso lo reconoció”, recordó.
Las capturas
En San Juan Pichona conoció a Carlos Poblete. “Se enamoraron y se unieron. Uno de mis tíos era sacerdote y les bendijo la unión. No se podían casar por los documentos”, explicó la testigo. Cuando María del Carmen se quedó embarazada, intentaron salir del país. Adriana refirió que la pareja estuvo en Buenos Aires en la casa de su abuela arreglando detalles. Querían tener a la bebé en otro lugar.
La última vez que estuvo con su hermana fue a principios de 1977. La pareja viajó a Mendoza en un “furgoncito” del correo, debajo de bolsas con cartas. El padre de Pichona había sido jefe de distrito del correo y logró que pasaran de esta forma los controles. En nuestra provincia se vieron con familiares y amistades. Adriana recuerda que dejaron regalos de Reyes Magos para sus hijos pequeños. Pichona llegó incluso a hacerse un control de embarazo con la médica Olga [Helga] Markstein de Tanenbaum. Numerosos testimonios de personas conocidas aseguran que para esa fecha vieron a María del Carmen embarazada.
Adriana explicó que la pareja fue detenida a la altura de Córdoba cuando se trasladaba a Capital Federal para salir del país. Inicialmente estuvieron en el Centro Clandestino de Detención La Perla. Esto lo supieron por el testimonio de Teresa Meschiatti, quien se comunicó con Francisco Moyano una vez recuperada la democracia. La testigo agregó: “Mi hermana estaba de casi ocho meses. Dicen que la van a trasladar a Mendoza, pero se la llevan a la ESMA. Carlos desaparece de La Perla. Lo mataron ahí, lo hicieron desaparecer”.
En la ESMA, “Miriam nació entre el ruido de cadenas”. Adriana declaró que Pichona dio a luz encadenada: “Pasaron años y no pude leer ese testimonio sin llorar”. Por esta circunstancia, aseguró, puede entender el carácter “tozudo” de su sobrina. Respecto de los responsables de tanto sufrimiento, sostuvo: “No puedo llamarles humanos. Torturar, matar, violar. Los animales matan para sobrevivir. Ellos matan por odio. Son ‘seres’, no son humanos”.
La búsqueda
Francisco Moyano buscó intensamente. “Ayer recordaba el sufrimiento de mi padre. Iba mes a mes a presentar habeas corpus. Se recorrió todas las casas cuna del país buscando a Miriam”. También hizo gestiones con “alguna parte de la Iglesia”: Adriana explicó que ciertos sectores eran “muy cómplices de la dictadura”. “Se fue apagando su vida con la tristeza de no encontrarla”, sostuvo.
Ella, por su parte, se presentó “ingenuamente” en el Comando y en la Policía: “Se me reían en la cara”, aseguró.
La reconstrucción de un vínculo
Adriana refirió que el proceso de acercamiento con su sobrina fue paciente y no estuvo exento de dificultades. Inicialmente se contactaron por redes. Ocho meses más tarde se conocieron en Mendoza: “La esperamos con mucha alegría, toda la familia, a tomar el té en mi casa”, recordó. Después la invitó a pasar unos días con ella en Mar del Plata: “Vino con su niño, la pasamos muy bien”.
La mujer aseguró que “las relaciones no se pueden construir sobre mentiras”, por eso le cuesta entender el afecto que su sobrina siente por las personas que la apropiaron. “Nos conocemos poco. Pero es la hija de mi hermana y quiero tener una relación (…) Más allá de cualquier cosa que suceda, quiero reiterarle a Miriam que siempre voy a estar para ella”, concluyó.
Elsa Poblete
A continuación, declaró desde San Juan la hermana menor de Carlos Simón Poblete, Elsa, y lo recordó junto con su cuñada. Carlos era “un importante” estudiante de la Facultad de Ingeniería: “No solamente como alumno sino por su dedicación en el centro de estudiantes y su militancia social permanente”. Así fue como se conoció con María del Carmen “Pichona” Moyano. “Mi hermano no solamente estudiaba sino que destinaba su tiempo a pensar en el otro, en el necesitado, en ayudar, en trabajar para combatir el analfabetismo: daban clases por las noches en villas y barrios carenciados —se explayó—. Esta misión social para nosotros era un orgullo”.
Elsa Poblete, hermana de Carlos
Al poco tiempo de conocerse y conformarse como pareja, Carlos y Pichona vivieron un mes en la casa de Elsa. Sin embargo, por su militancia fueron víctimas de persecuciones y debieron pasar a la clandestinidad. A mediados del 75, “la fuerza federal” —según palabras de la testigo— allanó esa vivienda mientras la pareja estaba de viaje en Mendoza. Nunca regresaron a ese domicilio y cortaron casi contacto con la familia Poblete. Todo lo que sabe es por libros u otras personas.
En octubre de 1976 a Elsa le llegó la noticia del embarazo de su cuñada. Supo que, a mediados de enero del 77, decidieron buscar otro lugar donde vivir, siempre en la clandestinidad. Sin embargo, en esa misión la pareja fue detenida y trasladada al CCD La Perla. “Los testigos de La Perla dicen que dormían en un colchón juntos los dos”, relató con cariño la testigo. Desde ahí desapareció Carlos “y mi cuñada fue llevada a la ESMA”.
El testimonio de Sara Osatinsky y el libro “Nunca más” le esclarecieron el destino de María del Carmen y también “sobre el nacimiento de nuestra sobrina en la ESMA”. Cuando empezó con contracciones, “Pichona” pidió a gritos que una de sus compañeras, Sara, estuviera con ella durante el parto. Los perpetradores accedieron pero mientras ella daba a luz, su amiga estuvo todo el tiempo encadenada de pies. “[Sara] Vivenció que nació una nena —confirmó Elsa Poblete—. En el 2017 la encontraron. Es Miriam y es nuestra sobrina de sangre”.
Luego del nacimiento, separaron a madre e hija. Dicen que a María del Carmen la hicieron escribir una carta pidiendo que la niña fuera con la familia biológica. “Llegó a Mendoza pero fue a parar a una familia de apropiadores”, lamentó la testigo.
La madre y el padre de la familia Poblete fallecieron cuando Elsa era muy chica. Así que se criaron entre hermanos y hermanas: las y los mayores —que tenían más de veinte años— cuidaban a quienes eran menores. En su familia “existía un miedo fuertísimo”, por eso recién llegada la democracia empezaron a tomar coraje e hicieron una presentación ante la justicia por Carlos y Pichona. Para esa fecha no sabían de la existencia de Miriam.
Durante la dictadura, asegura la testigo, el pionero de la búsqueda incesante de la pareja y su bebé fue el padre de María del Carmen, Francisco Moyano. Pero las familias siempre estuvieron en contacto: “Vivimos a la par los terribles años de incertidumbre y dolor. Tenemos esa sensación de sufrimiento. Dónde están, qué pasó y cosas inconclusas”, reflexionó Elsa Poblete.
Recién con la publicación del Nunca más, elaborado por la Conadep, supieron el destino de Carlos y Pichona, como también del nacimiento de su sobrina. Pudo conocerla en 2017, en la casa de Abuelas en Buenos Aires, “junto con su hermoso hijo”, sonrió Elsa.
La próxima audiencia será el viernes 21 de mayo a las 9:30.
Que se haga justicia, porque mi sobrina se crió en otro ambiente que no era el de su familia”
Desde Abuelas de Plaza de Mayo se difundió una sintesis de los testimonios vertidos ante el Tribunal Oral Federal de Mendoza, tomará testimonio a las tías Adriana Moyano (hermana de María del Carmen) y Elsa Poblete (hermana de Carlos), en el juicio que busca condenar a los responsables de la apropiación de su sobrina, la hija de María del Carmen Moyano y de Carlos Poblete.
Los imputados son los apropiadores Iris Yolanda Luffi y Armando Osvaldo Fernández, oficial inspector en el Departamento de Informaciones (D-2), y Abelardo Santiago Garay, también integrante del D-2, quien falsificó su rol como testigo del nacimiento. El Tribunal Oral Federal I de Mendoza, conformado por los jueces Alberto Carelli, Héctor Cortez y Alejandro Piña, juzga a los tres imputados como coautores de los delitos de retención y ocultamiento, de supresión de identidad y falsificación de documentación de la hija de Poblete y Moyano.
TESTIMONIO DE ELSA POBLETE
Elsa Poblete inició el relato y con él los recuerdos: “Pichona, María del Carmen Moyano, vino a San Juan, conoció a mi hermano, al poco tiempo se enamoraron, formaron una pareja y con el tiempo fueron buscados. Ellos pasaron a la clandestinidad y perdimos su paradero”
La familia Poblete se enteró del embarazo de María del Carmen, pero para entonces ya no los veían. “Sí sabíamos que Pichona estaba embarazada”.
Sobre la búsqueda hace su reconocimiento a Francisco Moyano: “El padre de María del Carmen fue el pionero de esta búsqueda, de María del carme y su pareja, y por supuesto del bebe”.
El relato sobre el parto de su cuñada es por sobrevivientes: “Cuando ella empieza sus primeras contracciones de parto, pide a gritos a una de sus compañeras, que era Sara, que la acompañe. Ante la súplica accedieron, fue de las primeras, porque antes no dejaban que las acompañen”
“Ella ahí, en la sala de torturas y de parto, tuvo a su hermosa criatura. Ella gritaba que por favor le quitaran las cadenas, pero no lo hicieron. Sí le permitieron que la acompañen y por eso sabemos que nació una niña. Que es nuestra sobrina, que en esta situación es Miriam”.
“Luego del parto la separan de la niña y la trasladan. A Carmen le hacen escribir una carta, le dicen que llevaran la niña a casa de su familia, a lo de Francisco. Pero no fue así. Llegó a Mendoza, pero no a su familia, sino a unos apropiadores, que es el motivo de este juicio”.
“Carlos, nuestro hermano era un importante estudiante de Ingeniería, digo importante no solo porque era buen estudiante, sino un importante militante social, que fue donde se conocieron con María del Carmen”.
“Mi hermano era una persona preocupada por los otros, estudiaba, trabajaba y en sus horas libres dedicaba el tiempo a los demás, para nosotros era un orgullo”.
“El 28 de junio allanan nuestra casa. Ellos no estaban, estaban en Mendoza, y ya no volvimos a verlos, luego nos llegó la información, en octubre del 76, que ella ya estaba embarazada”.
“Nuestra familia muy particular, sin padres, criados entre hermanos. Entonces, teníamos mucho miedo por eso después de que vino la democracia hicimos una primera presentación por mi hermano Carlos Poblete y por mi cuñada. Aún no sabíamos que había nacido nuestra sobrina”.
“Lo primero que nos enteramos sobre el nacimiento fue cuando se publicó el libro Nunca Más, y después lo confirmamos en los juicios. La lectura en diarios de los que iban declarando los testigos”.
“Conformamos una unión muy buena entre ambas familias. Nunca hemos perdido el contacto ambas familias, presentes los dos y con la misma búsqueda”
Se dirige a su sobrina Miriam: “Nuestro mensaje de amor es que se tome todo el tiempo, vamos a estar siempre esperando, para cuando quiera venir a conocer a su familia”.
Y concluye con un mensaje al Tribunal: “Que se haga justicia, porque mi sobrina se crio en otro ambiente que no era el de su familia”.
Testimonio de Adriana Moyano
Adriana Moyanó conta sobre el nacimiento de su sobrina. “Miriam nació en la ESMA, junto a otro niño. Al niño lo llevan a Casa Cuna y se lo apropia un médico que, y a Miriam la trasladan a Mendoza. Tengo la información de que la iban llevar a lo de mi padre, pero nunca llegó”.
Adriana conoció al niño que nació con Miriam en la ESMA, en la presentación de un libro, eso le dio esperanzas para encontrar a su sobrina. “Si vos estás vivo, mi sobrina también”, recuerda que le dijo a Jorge Castro Rubel, restituido en 2014.
“Miriam nació el 10 de junio, lo tengo por referencia de una testigo de su nacimiento, a la que conocí en Comodoro Py, en el otro juicio”. Adriana recuerda también el testimonio de Sara Osatinsky, quien envió a su padre una carta con información sobre el nacimiento:
“Decía que había nacido una niña. El represor Pedro Bolita se la llevó. La carta de Sara llegó antes de la democracia, ella estaba en suiza”.
“Ayer recordaba, los habeas corpus que hicimos. Mi papá se recorrió todas las casas cunas, buscando la niña. Y también conozco su tristeza, cómo su vida se fue apagando, hasta que creímos que las habían matado, antes de acceder al testimonio sobre su nacimiento”.
Adriana recuerda los primeros pasos de María del Carmen por la militancia: “Mi hermana estaba estudiando bioquímica, tenía un grupo estudiantil, después se unió a la JP, porque a nosotros siempre nos enseñaron a ser solidarios con los otros”.
Entonces la familia Moyano sufrió un allanamiento que terminó con la detención del padre: “A mi papá lo detuvieron más como rehén, le hicieron un expediente y cuando lo llaman a declarar, el mismo juez le dijo que era para que mi hermana se entregara”
“Pero mi papá ya sabía lo que hacían en el Palacio Policial, las violaban, las golpeaban, apaleaban a los chicos, por eso mi papá no quería que mi hermana se entregara”.
María del Carmen se fue a vivir a San Juan donde conoció a Carlos Poblete, de quién se enamoró: “un tío que era cura, bendijo su unión”. Pero en San juan también los empezaron perseguir y debieron pasar a la clandestinidad. “La idea de ellos era salir del país para tener su bebé”
“Previo a eso pasaron por Mendoza, me acuerdo que yo ya tenía los chicos, pasaron y quisieron dejar unos juguetes para reyes, esa fue la última vez que los vimos. La vimos embarazada”
“El tema fue que ellos salen de Mendoza y cuando se trasladaban a Buenos Aires los detienen en Córdoba, los trasladaron a al CCD La Perla, de ahí a Carlos lo trasladan y nunca más se supo de él, y allá la trasladan a la ESMA”.
“El cautiverio de mi hermana lo supimos por Sara Osatinsky, que contó sobre el nacimiento de mi sobrina, nació entre ruidos de cadena. Por eso a veces puedo entender lo que le pasa a Miriam”.
Adriana resalta lo dolorosos que ha sido para todos estos años: “Mas allá de cualquier cosa, de lo que suceda yo quiero volver a recordarle a Miriam que siempre voy a estar para ella, como sea, siempre voy a estar para ella”, concluye.
El caso
María del Carmen “Pichona” Moyano nació en Godoy Cruz, Mendoza. Luego de un primer allanamiento a su domicilio, a raíz de su labor en la villa San Martín, decidió mudarse a San Juan. Allí formó pareja con Carlos Poblete, con quien compartió militancia en Montoneros.
Entre abril y mayo de 1977, Pichona y Carlos fueron secuestrados en Córdoba. Ella estaba embarazada de entre ocho y nueve meses. La pareja fue vista por sobrevivientes en el centro clandestino de detención La Perla, en Córdoba. Luego, Pichona fue trasladada a la ESMA, donde dio a luz a una niña en un parto atendido por el médico represor Jorge Luis Magnacco.
Desde su secuestro, las familias iniciaron la búsqueda y presentaron en Abuelas el caso por la desaparición de la pareja y su bebé.
En 2012, la Comisión Hermanos de la agrupación H.I.J.O.S Mendoza radicó una denuncia ante la Oficina Fiscal de Asistencia en causas por violaciones a los derechos humanos cometidas durante el terrorismo de Estado sobre posibles casos de personas que podrían ser hijas de desaparecidos. Entre ellas, se encontraba la de la mujer apropiada por Fernández y Luffi.
A partir de diversas medidas con intervención de la Unidad de Derechos Humanos de Mendoza, el Juzgado Federal N° 1 de esa provincia ordenó la prueba en el Banco Nacional de Datos Genéticos, que determinó que la mujer anotada como hija propia por Fernández y Luffi es la hija del matrimonio Moyano-Poblete.
Videla le confesó a la Iglesia Católica en 1978 lo que recién hizo público 34 años después: que los detenidos-desaparecidos habían sido asesinados. La Comisión Ejecutiva le transmitió el pedido de Massera de informar sobre el tema. Videla respondió que era imposible, por las inevitables preguntas sobre cada asesinato, el responsable y el destino de los restos. Un diálogo sobrecogedor, contenido en una minuta para el Vaticano que se conserva en el archivo secreto del Episcopado.
Por Horacio Verbitsky
La política de desaparición forzada de personas que el ex dictador Jorge Videla acaba de admitir en varios reportajes y ante la justicia fue reconocida en 1978 ante la Comisión Ejecutiva de la Iglesia Católica. Videla dijo que le gustaría brindar la información pero que en cuanto se comunicara que los detenidos-de-saparecidos habían sido asesinados comenzarían las preguntas acerca de quién mató a cada uno, cuándo, dónde y en qué circunstancias y qué destino se dio a sus restos. La respuesta a esas preguntas sigue pendiente 34 años después. En el diálogo con el periodista Ceferino Reato, quien anuncia que no importa “tomar partido a favor o en contra del entrevistado”, Videla dice que la desaparición de personas no se debió a excesos o errores sino a una decisión de la pirámide castrense que culminaba en él. Pero también da a entender que la imposibilidad de informar sobre los desaparecidos obedece a que la información nunca estuvo centralizada, que cada jefe de zona sólo sabía lo sucedido en su jurisdicción y que muchos han muerto. “Los listados eran la puerta a un debate que conducía a la pregunta final: ¿Dónde están los restos de cada uno?, y no teníamos respuestas para ese interrogante, con lo que el problema, al dilatarse, se agravaba día a día y aún persiste.” Pero en su reunión con la Iglesia Católica Videla habló con mayor franqueza, como se hace ente amigos: dijo que “el gobierno no puede responder sinceramente, por las consecuencias sobre personas”, un eufemismo para referirse a quienes realizaron la tarea sucia de matar a quienes habían sido secuestrados y torturados y se encargaron de que de-saparecieran sus restos. Al elegir esa política que Videla calificó de cómoda, porque eludía las explicaciones, la Junta Militar puso bajo sospecha a la totalidad de los cuadros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, algo que recién comenzó a disiparse con la reapertura de los juicios, donde con las garantías del debido proceso se establecen las responsabilidades que la Junta ocultó. Hasta hoy se han pronunciado 253 condenas y veinte absoluciones, lo cual muestra que en democracia nadie está condenado de antemano y que puede ejercer su derecho a defensa. En el documento secreto sobre este diálogo, que el Episcopado conserva en su archivo, la afirmación de Videla sobre la protección a quienes cumplieron sus órdenes criminales está agregada a mano por el cardenal Raúl Primatesta, que presidía la Conferencia Episcopal y que fue acompañado en la reunión por sus dos vicepresidentes, Vicente Zazpe y Juan Aramburu. En abril de este año la jueza Martina Forns, titular del juzgado federal Nº 2 en lo Civil y Comercial y Contencioso Administrativo de San Martín interrogó a Videla en forma exhaustiva, a solicitud del abogado Pablo Llonto, quien representa a Blanca Santucho, hermana del jefe del ERP abatido en julio de 1976 por un pelotón del Ejército, y cuyos restos nunca fueron entregados a la familia. Un paso previsible en la investigación es solicitar a la Iglesia Católica acceso a los documentos que atesora sobre el tema. El que contiene las explicaciones de Videla lleva el número 10.949, lo que da una idea del volumen de la información que el Episcopado sigue manteniendo en secreto. Está guardado en la carpeta 24-II del Archivo de la Conferencia Episcopal. La Iglesia Católica eligió silenciar el contenido de la conversación en la que Videla les reveló que todos los desaparecidos habían sido asesinados. A continuación, la historia de ese encuentro público pero de contenido secreto.
Carta al cardenal
El 10 de abril de 1978, el diario Clarín tituló su página 3 “El presidente de la Nación almorzará hoy con la cúpula del Episcopado”. Emilio Fermín Mignone, cuya hija Mónica Candelaria había sido secuestrada en mayo de 1976, redactó sin pausa tres densas carillas a un solo espacio y las envió con un mensajero a la sede de la Conferencia Episcopal. También esa carta se conserva en el archivo secreto que el Episcopado guarda en su sede de la calle Suipacha, en la carpeta titulada “Personas detenidas y de-saparecidas, 1976-1983”. Mignone escribió que a dos años y medio del golpe, era indudable que la desaparición forzada de personas constituía “un sistema y no excesos aislados”. El fundador del CELS describió ese sistema: el secuestro, el robo, la tortura y el asesinato, “agravado con la negativa a entregar los cadáveres a los deudos, su eliminación por medio de la cremación o arrojándolos al mar o a los ríos o su sepultura anónima en fosas comunes”. Y se realizaba en nombre de “la salvación de la ‘civilización cristiana’, la salvaguardia de la Iglesia Católica”, colocando “como valor supremo la denominada ‘seguridad colectiva’ sobre cualquier otro principio o valor, incluso los más sagrados”. Añadió que “sobre la mentira nada perdurable puede fundarse”. Mignone insistió en la necesidad de que el gobierno informara “cuál ha sido la suerte de cada ‘desaparecido’, la inmensa mayoría de los cuales, todos lo sabemos y también los obispos, han sido arrestados por organismos de las Fuerzas Armadas o de Seguridad. Y esto, monseñor, es lo que le pedimos que ruegue, exija, obtenga del Presidente de la República esta mañana”.
La desesperación y el odio
Mignone decía que la desesperación y el odio iban ganando muchos corazones y que las exigencias de justicia impedirían cualquier intento de evolución democrática pese a que muchos dirigentes políticos, ansiosos por subirse al barco oficial, querrían echar un manto de olvido sobre lo ocurrido. También le informó a Primatesta que en marzo Emilio Massera le había dicho que la Armada exigía que se diera a conocer la suerte de cada desaparecido y preso no declarados, pero que el Ejército se oponía. “Nos pidió que solicitáramos a usted, al señor nuncio, a monseñor Tortolo, que insistieran ante el Presidente y comandante en Jefe del Ejército en el mismo sentido.” Mignone no ignoraba las tensiones internas en la Junta Militar y no experimentaba la menor simpatía por ninguno de sus integrantes. Pero trataba de explotar esas contradicciones para abrir una brecha en el muro de silencio sobre el destino de su hija y de miles como ella. También advirtió a Primatesta que la táctica del silencio, de la que el Episcopado participaba por sus propias razones, no era admisible. “El Pueblo de Dios necesita participar y ser informado. Necesitamos conocer lo que el Episcopado expresa al gobierno en sus comunicaciones. De lo contrario de nada sirven.”
Un diálogo franco
Al día siguiente, Zazpe le informó a Mignone que la Comisión Ejecutiva le había transmitido a Videla “todo lo que dice su carta”. Dijo que habían sido “tremendamente sinceros y no recurrimos a un lenguaje aproximativo” pero le advirtió, como si se tratara de una accesoria cuestión técnica, que había una “divergencia con su carta” acerca de la publicidad o reserva de esta entrevista. “En esta ocasión volvió a recurrirse a la reserva.” Primatesta informó luego a la Asamblea Plenaria que los obispos le plantearon a Videla los casos señalados en su carta por Mignone, de presos que en apariencia recuperaban su libertad pero en realidad eran asesinados; que se interesaron por sacerdotes desaparecidos, como Pablo Gazzarri, Carlos Bustos y Mauricio Silva, y por otros detenidos de los que pidieron la libertad y/o el envío al exterior. Pero el desarrollo completo de la reunión sólo está contenido en una minuta preparada por la propia conducción episcopal para informar al Vaticano y que nunca fue publicada. Primatesta, Zazpe y Aramburu la redactaron en la sede de la Conferencia Episcopal al terminar el almuerzo antes de que los detalles se desvanecieran en su memoria. El gobierno negaba que hubiera presos políticos porque todos los detenidos eran “delincuentes subversivos y económicos”, incluso los sacerdotes arrestados. Las desapariciones de personas eran obra del terrorismo para desprestigiar al gobierno, que compartía las inquietudes de los obispos. Los tres agradecieron a Videla por haber reconocido la existencia de excesos en la represión pero dijeron que no conocían que se hubiera castigado a los responsables, que era otra de las reflexiones de Mignone. En un clima que Aramburu describió como cordial, Primatesta lamentó que Videla no pudiera tomar “todas las medidas que quisiera”, con lo cual lo exculpaba de los hechos por los que le reclamaban. En un tono lastimero, Videla dijo que no era fácil admitir que los de-saparecidos estaban muertos, porque eso daría lugar a preguntas sobre dónde estaban y quién los había matado. Primatesta hizo referencia a las últimas desapariciones producidas durante la Pascua, en San Justo, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. La minuta redactada al concluir el almuerzo reconstruye la réplica textual de Videla ante la solicitud: “El presidente respondió que aparentemente parecía que sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir los secuestradores y asesinos. Primatesta insistió en la necesidad de encontrar alguna solución, porque preveía que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Videla asintió. También él lo advertía, pero no encontraba la solución. Este diálogo de extraordinaria franqueza muestra el conocimiento compartido sobre los hechos y la confianza con que se analizaban tácticas de respuesta a las denuncias que ambas partes sentían como una amenaza. Primatesta también habló “sobre la actitud de alguna Fuerza Armada que urgía la publicación de las listas de presos, v.g. el almirante Massera”. En realidad, Mignone le había escrito que la lista de presos no tenía valor alguno, porque los familiares la conocían, y lo que Massera reclamó fue una lista de detenidos-desaparecidos. Videla se alzó de hombros. Aunque presidía la Junta y el gobierno, no tenía todo el poder y había fuerzas que no controlaba, dijo. Las actitudes de los eclesiásticos tenían sutiles matices. Zazpe preguntó: “¿Qué le contestamos a la gente, porque en el fondo hay una verdad?”. Según el entonces arzobispo de Santa Fe, Videla “lo admitió”. Aramburu explicó que “el problema es qué contestar para que la gente no siga arguyendo”, lo cual parece una fiel interpretación del propósito de Massera. Los jefes del Ejército y de la Armada descargaban su responsabilidad, cada uno en el otro, y la Iglesia les seguía el juego. Según Aramburu, cuando Videla repitió que “no encontraba solución, una respuesta satisfactoria, le sugerí que, por lo menos, dijeran que no estaban en condiciones de informar, que dijeran que estaban de-saparecidos, fuera de los nombres que han dado a publicidad”. Primatesta explicó que “la Iglesia quiere comprender, cooperar, que es consciente del estado caótico en que estaba el país” y que medía cada palabra porque conocía muy bien “el daño que se le puede hacer al gobierno con referencia al bien común si no se guarda la debida altura”. Tal como le dijo Videla al primer periodista que lo entrevistó, el español Ricardo Angoso, “mi relación con la Iglesia Católica fue excelente, muy cordial, sincera y abierta”, porque “fue prudente”, no creó problemas ni siguió la “tendencia izquierdista y tercermundista”. Condenaba “algunos excesos”, pero “sin romper relaciones”. Con Primatesta, hasta “llegamos a ser amigos”. Sobre el conflicto interno, que Videla llama guerra, “también tuvimos grandes coincidencias”. Zazpe murió en 1984, Aramburu en 2004 y Primatesta en 2006. Pero los documentos sobre ese diálogo entre amigos siguen hasta hoy en el archivo secreto del Episcopado.
Basta con ingresar a su canal de You Tube para poder acceder a la transmisión. Las audiencias, además, quedan grabadas y a disposición para ser vistas cuando se quiera o se pueda, organizadas por listas de reproducción.
Por Ailín Bullentini 03 de mayo de 2021
La pandemia de coronavirus golpeó fuerte el poder reparatorio de los juicios por los crímenes de la última dictadura cívico militar. De un día para el otro, las audiencias ya no pudieron ser presenciales y privó, así, a sobrevivientes y a familiares de víctimas, de la posibilidad de contar su historia frente a jueces y fiscales; de poder pedir Justicia, cárcel común, nunca más, y tantas otras cosas a viva voz y frente a los responsables de que sus vidas nunca más fueran iguales. Pero también tuvo su sorpresa: desde que la presencialidad no puede ser la regla en estos procesos, un medio de comunicación comunitario, alternativo y popular, como lo definen sus fundadores y quienes hacen La Retaguardia, comenzó a transmitir vía streaming las audiencias de algunos debates y va camino a convertirse en lo que, si continúa ampliando pantallas, el Netflix de los juicios de lesa humanidad.
“En un principio lo pensamos como una manera de seguir haciendo lo que hacíamos en otro formato. Pero empezamos a vislumbrar que el valor presente y el valor futuro que tienen estos materiales que estamos generando son imposibles de considerar ahora en su verdadera dimensión”, cuenta Fernando Tebele, fundador de La Retaguardia y co-conductor de las transmisiones de los juicios de lesa que inauguraron a fines de abril del años pasado y multiplicaron al día de hoy.
Comenzaron a transmitir el juicio por los crímenes de lesa humanidad que sufrieron los militantes montoneros de la Contraofensiva hace un año. Siguieron con los juicios por los Vuelos de la Muerte en Campo de Mayo y las Brigadas de Banfield, Quilmes y Avellaneda. Tomaron la fase definitoria de Esma IV. Sumaron hace algunos meses el debate Contraofensiva II y, desde la semana pasada, el de la Megacausa Campo de Mayo y Puente 12 II, que está en las puertas de los alegatos. Nadie tiene más que ingresar al canal de You Tube del mediopara poder acceder a la transmisión. Las audiencias, además, quedan grabadas y a disposición para ser vistas cuando se quiera o se pueda, organizadas por listas de reproducción.
Para quienes hacen La Retaguardia, los juicios de lesa humanidad “son históricos, reparatorios e imprescindibles en la construcción de un futuro mejor”. Sin embargo, el medio no está dedicado a su cobertura de manera exclusiva, así como tampoco los ponderan por otros temas: “No podemos desligar las coberturas de los juicios de las causas de crímenes de Estado en democracia o del pedido de libertad a los 12 presos políticos de Andalgalá hoy”, remarcó Tebele.
Una agenda, casi 20 años de historia
Los juicios de lesa humanidad integraron la agenda informativa de La Retaguardia desde siempre, temática se encuentra englobada en “derechos humanos”, uno de los cuatro ejes que siempre están presentes –género, luchas sindicales y luchas en defensa del medioambiente–. “En diferentes momentos se va reformulando la agenda y por cuestiones de coyuntura fuimos más fuerte con uno u otro. Como ahora es con los juicios, en su momento fue con Andalgalá”, cuenta Tebele.
En realidad, la lucha por la memoria, la verdad y la justicia de los organismos fue la que siempre estuvo presente. Los primeros tiempos, cuando solo era un programa de radio y un blog que replicaba lo sucedido al aire, en 2003, solían cubrir los escraches a genocidas que gozaban de libertad e impunidad. Desde que las leyes que los mantenían libres dejaron de existir, comenzaron a “cubrir” los juicios. En 2010 inauguraron una emisora online en cuya grilla los juicios de lesa cuentan con un programa propio: Oral y Público fue y es un envío semanal que mantuvieron desde el primer día Tebele y Víctor Bazterra, sobreviviente de la Esma, que falleció en mayo pasado.
Las transmisiones
La pandemia se instaló y con ella un suspenso preocupante en el proceso de juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura. Pasaron algunos meses hasta que el universo judicial lograra ponerse de acuerdo en que de alguna manera había que seguir. La virtualidad ganó la partida: indagatorias, testimonios, interrogatorios, alegatos, sentencias mediadas por el famoso, y a esta altura en algunos espacios detestado, zoom.
Para entonces, LR cubría periodísticamente el juicio Contraofensiva cronicando audiencia tras audiencia en un blog especialmente diseñado para ese contenido. Fue al tribunal que dirige ese juicio, el Federal número 4 de San Martín, a quien solicitaron el primer permiso de transmisión cuando sabían que a mediados de 2020 las jornadas de testimonios retomarían su ritmo por la vía remota. Resaltó Tebele: “El TOF no solo nos habilitó a transmitir las audiencias sino que delegó en nosotros la publicidad del juicio. Solo nosotros lo haríamos”.
A fines de abril, el medio inauguró su transmisión vía streaming, que nunca fueron una simple repetición del Zoom del TOF. Las transmisiones relatan, introducen, aclaran, contextualizan audiencia a audiencia el avance del debate. Los comentarios de les conductores –Tebele y Martina Noailles o Diego Adur o Luis Angió o algune sobreviviente– se mezclan con movimiento de “cámaras”, menciones a otros juicios, entrevistas post audiencia para dar análisis a lo acontecido. “Apostamos a una cobertura periodística, nuestra apuesta va mucho más allá de hacer un juego de cámaras y hablar en los cuartos intermedios. Tomamos lo que se comenta en el chat de la transmisión –quien vea en vivo la transmisión puede participar del chat, los comentarios son cientos por jornada– entrevistamos al cierre, clarificamos los pasos procesales de cada audiencia”, puntualizó Adur.
Algunos de esos debates –Contraofensiva, Megacausa y Vuelos de la muerte– son transcriptos, luego, a artículos periodísticos gráficos, volcados en el sitio web del medio o en blogs armados especialmente. La desgrabación de cada jornada la llevan a cabo cuatro chicas: Agustina Sandoval Lerner, Noelia Laudisi De Sa, Mónica Mexicano. El equipo lo competan Paulo Giacobbe, Valentina Maccarone, Natalia Bernades, dedicado a los juicios es de unas 10 personas; en LR, en general, son unas 30.
La potencialidad
La decisión de hacerlo fue para darle continuidad a una tarea que ya venían desarrollando desde el medio. Descubrieron que su potencialidad excedía toda la cuestión de pandemia/presencialidad/virtualidad, al andar. “Ahora hay más chances de que los juicios superen la población de familias afectadas, sobrevivientes, militancia de derechos humanos, que son los que más o menos los venían siguiendo, y lleguen más allá”, destacó Tebele.
Entre los “youtubevidentes” encuentran cada vez más jóvenes que presencian estos juicios por primera vez –Tebele comentó incluso que las transmisiones fueron sostén del programa “La escuela va a los juicios” durante todo el año pasado–, sobrevivientes que viven en otros países, “lo que posibilitó aporten al debate, como pasó en Contraofensiva”, señaló Mexicano en relación a la identificación de un represor de Campo de Mayo durante el juicio de Contraofensiva.
Sin ir más lejos, fueron algunas de las querellas de familiares y víctimas de alguno de los juicios que el medio replica día a día quienes organizaron una campaña de aporte de fondos para apoyar el trabajo de quienes lo llevan a cabo. Les trabajadores de La Retaguardia hacen su labor diaria sin retribución económica alguna. Para elles es una cuestión de “militancia”. La colecta, reza el mensajito que recorre whastapp con el número de cuenta bancaria, es para “el medio alternativo que hoy hace posible que allí en donde estemos podamos seguir varios de los juicios de lesa humanidad” en transmisiones que “permite darle una publicidad inimaginada hasta antes de la pandemia”. Lo recogido, aseguraron, irá para “reequipamiento que mejore el trabajo”.