(1) Proceso penal n. 38.497 / 15 contra MALATTO Carlos Luis

La segunda reunion virtual realizada entre Italia y Argentina el 19 de enero 2021, por la ONG    fue desborada por la cantidad de aistentes de ambos lado del Atrantico. Durante mas de tres horas participaron Vera Jarach, de Madres de Plaza de Mayo, y el embajador argentino en Italia, Roberto Carlés; Jorge Ithurbe, familiares de  las víctimas de Carlos Malatto y testimonios sobre otros victimarios impunes en Italia, como el cura Franco Reverberi.

La  ONG se ocupa de los juicios contra miliares latinoamericanos en Italia durante años, y tuvo como objetivo la difusión de los delitos de Malatto para conseguir su detención y procesamiento en Italia y también la extradición a la Argentina.

La justicia italiana comenzó una investigación y prepara un juicio contra Malatto, que está todavía en la fase sumarial, es decir en la fase previa en la que los fiscales investigan para determinar si el acusado debe ser procesado o no.  ver(3) Proceso penal n. 38.497 / 15 contra MALATTO Carlos Luis

Jorge Ithurburo hablo sobre  los delitos cometidos por el represor Carlos Luis Malatto, exteniente coronel del RIM22, el Regimiento 22 de Infantería de Montaña de San Juan durante la dictadura y a quien se le atribuye la responsabilidad de al menos 30 desaparecidos. Malatto llegó a Italia en 2011 escapando de la Justicia argentina. Gracias a su pasaporte italiano y a que la Justicia italiana recién en 2017 incorporó a su Código Penal el delito de tortura, Malatto pudo zafar de un proceso y vivir en distintos lugares de Italia, incluida Sicilia donde actualmente reside.

 

Vera Vigevani Jarach, Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora abrió las participaciones. Con increíble lucidez a sus 92 años, Vera Vigevani Jarach hizo una síntesis de su vida y sus luchas, deseando lo mejor para los que están llevando adelante la batalla por el proceso a Malatto. Su historia es conocida: Nacida en Milán en 1928, ella y su familia fueron a Argentina en 1939 escapando del fascismo. Contó que cuando tenía diez años fue expulsada de la escuela en Milán, porque era judía. Y que su abuelo fue deportado al campo de concentración de Auschwitz, en Polonia. En Argentina, durante la dictadura, perdió a su hija Franca Jarach, que tenía 18 años y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. Franca fue secuestrada, conducida a la Esma y hecha desaparecer en un “vuelo de la muerte”. Dos historias, la de su padre y de su hija, “con muchas analogías”, dijo Jarach. Pero ella no se detiene. “Yo apuesto a los jóvenes, que tienen ideales, que defienden utopías, a ver si mejoramos el mundo apenas pase la pandemia”. “El mundo es perfectible en la medida que la gente participe. Espero contagiarles esta confianza”, concluyó.

 

Desde Roma, del nuevo embajador argentino en Italia, Roberto Carlés calificó al encuentro como “un nuevo ejercicio de memoria”. Y recordando el proceso contra Malatto dijo: “Nos comprometemos firmemente en la búsqueda de justicia en el extranjero. No es la primera vez que lo hacemos, ya ocurrió en otros países, ya ocurrió en Italia y va a seguir ocurriendo mientras haya delitos de lesa humanidad que sean impunes y víctimas sobre las que todavía no se haya hecho justicia. Como cantamos tantas veces en Plaza de Mayo cada 24 de marzo: ‘Adonde vayan los iremos a buscar’. No se trata de una consigna, es un compromiso político, militante y sobre todo con la Justicia, la Memoria y la Verdad”. Al frente de la embajada de Roma, el diplomático prometió que hará todo lo que esté a su alcance “para hacer que sea realidad este compromiso, no solo con las víctimas sino con todo el pueblo argentino”.

 

FUSILADO Y DESPARECIDA

Como familiares de las víctimas Armando Lerouc y Marta Saroff, estuvieron presentes la hija del matrimonio, Eva Lerouc, y la hermana de Marta, Cecilia.

Lo llamaban Alfredo y también “El Flaco”, Armando era militante de la Juventud Peronista y luego de Montoneros. Tenía 25 años cuando fue asesinado. Tenía una imprenta donde empezó a imprimir los volantes de Montoneros y ese fue el motivo al parecer, por el que le allanaron el lugar. Y como Armando escapó, detuvieron a su padre porque la imprenta estaba a nombre de él. Se lo llevaron calificándolo como “alto jefe guerrillero”, cuando en realidad era un obrero industrial. Lo tuvieron en la cárcel un mes. Pero salió en libertad.

“Era 1975, tal vez por eso es que mi abuelo no desapareció”, dijo Eva. Yo tenía dos años cuando esto sucedió. Mi hermano nació en abril de 1976 en Buenos Aires, donde mi mamá fue a tenerlo por razones de seguridad”. Después mis padres decidieron irse a vivir a San Juan y es allí donde mataron a Armando y secuestraron a Marta, enviándola luego a Mendoza.

A través de los juicios de la verdad que se han hecho en Argentina la familia supo que Marta fue vista en vida la última vez en el centro clandestino de Papagallos, siempre provincia de Mendoza. La madre de Armando se enteró por la radio que su hijo había sido asesinado. Las fuerzas armadas difundieron un comunicado diciendo que había habido un enfrentamiento y había sido abatido un alto jefe guerrillero llamado “El Chastro”. El cuerpo de Armando, que le devolvieron a sus padres, estaba lleno de heridas de balas. Pero no hubo más noticias de Marta. “Mi hermano, que entonces era un bebé -siguió Eva Lerouc- un día apareció en la puerta de la casa de mis abuelos”. Ahí empezó la búsqueda de Marta.

Cecilia Saroff, recordó que su hermana Marta en 1968 empezó Ciencias Políticas y Sociales en Mendoza. “Era un período complejo. Fue en las aulas universitarias donde comenzó a formar su ideología. Después empezó a militar en la Juventud Peronista. Allí conoció a Armando. Hacían militancia social, daban clases en una villa miseria, hasta que ocurrió el problema de los volantes que denunciaban la existencia de presos políticos. Ellos tenían mucha esperanza de que todo se iba a poder cambiar en pocos años, que la revolución estaba a la vuelta de la esquina”, dijo Cecilia.

Contó además que cuando el hijo menor de Marta apareció en la puerta de la casa de sus abuelos, había un mensaje escrito a máquina que decía que Montoneros había decidido que el cuidado de Fernando quedara en manos de los abuelos maternos. Al principio la familia pensó que eso era posible, pero Marta no dio nunca más señales de vida. Y a través de una persona que trabajaba en Derechos Humanos se enteraron de lo que en realidad estaba sucediendo, que había cárceles clandestinas, que los torturaban, que no reconocían que los tenían secuestrados.

Cecilia también mostró la foto de un mural que hay en la Universidad Nacional de Cuyo, con varios estudiantes desaparecidos, entre ellos Marta. “Vamos a seguir pidiendo Justicia. Y pidiendo la verdad”, concluyó.

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