La Rural y la dictadura: “Tomaron las riendas del país con patriótico empeño”
El 24 de marzo de 1977, la Sociedad Rural Argentina saludó el primer aniversario del régimen de facto. Se trata de uno de los textos más impúdicos del apoyo del establishment al gobierno de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla. Qué decía la Carta abierta a la Junta Militar difundida por Rodolfo Walsh ese mismo día, asesinado el 25 de marzo de aquel año por un grupo de tareas de la ESMA.
“Hoy hace un año que el país se debatía en la más profunda crisis por la que ha atravesado su historia”, arranca la solicitada, que aludía a “la corrupción, la falta de autoridad, el desgobierno, el crimen como medio político”. También señalaba “la inflación descontrolada y el desorden fiscal”, en el marco del cual, según los terratenientes, “el país se desintegraba”.
Después de esa breve descripción, la Rural añadió: “En esos momentos todos estábamos dispuestos a dar cualquier cosa por tener garantías mínimas de vida y de bienes, por volver a respirar aire puro”.
La interrupción del orden constitucional, el mismo año en que debían celebrarse elecciones generales, resultó ser esa “cualquier cosa” anhelada por el bloque terrateniente.
La Rural saludó el Golpe con el eufemismo “tomaron las riendas del país”, e invoca en un “todos” genérico su explícito apoyo a la Junta Militar: “Fue en tan graves circunstancias que las Fuerzas Armadas tomaron las riendas del país con patriótico empeño, para evitar la desarticulación total. Su advenimiento al gobierno fue apoyado por todos. En aquel momento nadie medianamente informado creyó en la posibilidad de revertir la situación en un plazo breve”.
A la hora del balance, tras doce meses de gobierno genocida, la Rural destacó que “un año después, luego de una ardua labor, varios e importantes son los logros materializados”, y advirtió que “quizás (los logros fueran) mayores aun de lo que nos puedan parecer sin la suficiente perspectiva”.
En ese sentido, celebró que “la guerrilla apátrida y brutal, amparada en buena medida por las anteriores autoridades, ha sufrido rudos golpes y está en franca retirada”.
En una sola oración sostiene dos mentiras flagrantes: “las anteriores autoridades” habían combatido a las organizaciones armadas con los decretos que militarizaron la provincia de Tucumán primero, y el resto del país más tarde, después del ataque d eMontoneros a un cuartel en Formosa, en la antesala del asalto al poder de 1976. Pero, además, la guerrilla no estaba “en franca retirada” en marzo de 1976: estaba virtualmente derrotada tras el copamiento del ERP al regimiento de Monte Chingolo, en diciembre de 1975.
“Queda mucho por hacer”
Sin embargo, los terratenientes subrayaron lo siguiente: “(La guerrilla) Ahora se dedica desde el exterior a atacar al país, a través de la prensa izquierdista, cínicamente abusando de la calificación de derechos humanos, que ellos jamás quisieron respetar”, anticipando el argumento que usaría la dictadura en los años siguientes para ocultar los crímenes de lesa humanidad: una supuesta “campaña antiargentina”.
A renglón seguido, La Rural señaló que quedaba “mucho por hacer” y que resultaba “indispensable reforzar el Proceso (la autodenominación con la cual se bautizó la dictadura) adjudidándole otro ritmo, lograr definiciones y tomar decisiones que hacen al fondo del mismo y que son necesarias para proyectar a la Nación hacia su modernización, conforme al plan económico inicialmente enunciado”, en alusión al plan del ministro entonces de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, exponente él mismo de la Sociedad Rural.
“En efecto, debemos desarmar el andamiaje creado por casi 35 años de una lenta pero sistemática estatización socializante, que en definitiva ha demostrado su fracaso, al empobrecernos a todos, y al no haber dado los frutos que algunos sectores ansiosos, confundidos o equivocados, esperaban de su aplicación”.
El párrafo sitúa el comienzo de lo que en 1977 era visto por la pata civil de la dictadura como el origen de los problemas argentinos “casi 35 años atrás”, es decir a mitad de los 40: el problema era el peronismo, el mismo argumento que usó Cambiemos durante la administración del expresidente Mauricio Macri.
La expresión “sistemática estatización socializante” remite al “intervencionismo estatizante y agobiente” criticado por Martínez de Hoz el 2 de abril de 1976, al lanzar su programa económico.
¿Cuál era la receta de la Rural en marzo de 1977? “Este proceso requiere el apoyo y sacrificio de todos los sectores, sacrificios que deben hacer no sólo los empresarios y los obreros, sino especialmente el Estado, dando el ejemplo a través del reordenamiento presupuestario, que ya ha comenzado, la liquidación de las empresas estatales y el redimensionamiento de la burocracia”. O sea, el achicamiento del Estado a su mínima expresión.
Por último, la Rural trazó un paralelismo al pedir que “recordemos etapas similares y veremos que las experiencias pasadas nos indican la inconveniencia de actitudes demagógicas, de aperturas políticas prematuras, que pueden entorpecer o demorar una efectiva recuperación del país en todos los órdenes”.
En otras palabras: a diferencia de los ocurrido con las dictaduras de 1955 y 1966, llamaba a la eternización de las Fuerzas Armadas en el poder para impedir cualquier atisbo de gobierno popular elegido por las urnas, para completar así el nuevo programa, que había desterrado el modelo de sustitución de importaciones.
Por si quedara duda, la entidad reiteró “frente a los productores y la ciudadanía en general su apoyo a toda acción que signifique completar el proceso iniciado el 24 de marzo de 1976, para poder lograr así los fines propuestos, que en definitiva son los grandes objetivos nacionales”.
La Carta de Rodolfo Walsh
El mismo día de la solicitada se difundió otro texto, la contracara del panfleto de La Rural, presidida entonces por Celedonio Pereda. Coincide solamente en que se trata de un balance del primer año del “Proceso de Reorganización Nacional”.
“En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales”, escribió Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar.
“Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9 al 12%, prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos”, era el otro balance de la economía del Estado terrorista.
Sus consecuencias, en la radiografía de Walsh: “En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan”.
Las cifras macroeconómicas distaban de ser la “modernización” del programa saludado por La Rural: “Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia”.
Un pasaje de la Carta Abierta subraya el contrapunto con la solicitada de La Rural: “Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente, Celedonio Pereda: ‘Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos’”.
Un día después de haber dado a conocer la Carta Abierta (“obra maestra del periodismo universal”, tal como la definió Gabriel García Márquez), Walsh fue secuestrado por un grupo de tares y permanece desaparecido.