la ley es igual para todos

“La justicia, a pesar de ser lenta, no se detiene”. Estas son las palabras de Arturo Salerni , abogado defensor junto a Mario Angelelli en el juicio por la desaparición de Giuliana Filipazzi y José Potenza , secuestrados en Uruguay y trasladados a Asunción donde fueron asesinados en 1977 como parte del Plan Cóndor. El juicio debe esclarecer la responsabilidad del exmilitar Jorge Néstor Tróccoli , quien en ese momento pertenecía a Fusna (Fusileros Navales), en Uruguay, y condenado a cadena perpetua por reiterados crímenes de lesa humanidad, durante las dictaduras militares en América Latina.
La investigación analiza la coordinación entre los gobiernos dictatoriales de Uruguay y Stroessner en Paraguay que permitió el traslado clandestino de Filipazzi (ciudadanía italiana), y Potenza (ciudadana argentina), a la ciudad de Asunción.
La investigación del caso está a cargo del fiscal Erminio Amelio , de la Fiscalía de Roma, y ​​se encuentra en la fase final. La denuncia fue presentada el 5 de noviembre de 2020.
Salerni, en conversación con La Diaria, dijo que el fiscal estaba reuniendo pruebas para formalizar la acusación de Troccoli en esta demanda. El Estado uruguayo había reconocido su responsabilidad en los crímenes de Filipazzi y Potenza, a lo que se suma la lista llevada a la justicia con los nombres de los oficiales que operaron en Fusna entre los meses de mayo y julio de 1977, período en que se produjeron los asesinatos. lugar. . Entre los nombres estaba el de Troccoli en ese momento teniente de navío.
Durante el juicio se demostró que comandaba la llamada “Computadora”, estructura de inteligencia dentro de la Fusna, a imitación de ‘La Pecera’ en la Esma (Escuela de Mecánica del Ejército Argentino), para la recolección y verificación de información recopilada incluso bajo tortura). En Uruguay, los presos eran obligados a realizar tareas de inteligencia, para obtener datos de organizaciones y militantes de izquierda.
Además, el exmilitar se desempeñó como oficial de inteligencia, junto con la Coordinadora de Operaciones Antisubversivas (OCOA) y con la ESMA. También se ha demostrado que ha realizado múltiples viajes a Argentina, en conjunto con acciones represivas contra un grupo de izquierda conocido como GAU (Grupos de Acción Unificadora) en Uruguay.
Troccoli fue condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad contra ciudadanos italianos, como parte del Plan Cóndor, la famosa coordinación de dictaduras
en América del Sur, organizada para Estados Unidos. En los juicios, en la corte de Roma, otros 14 represores fueron debidamente juzgados y condenados. Un juicio que comenzó en 1999 en Italia, por la denuncia de cinco mujeres que tenían vínculos familiares con detenidos italianos desaparecidos.
Giuliana Filipazzi nació en Brescia, Italia, en 1944. Años después, se mudó con su familia a Argentina. En 1976 huyó del país junto con José Potenza, un argentino que se había exiliado a Uruguay en dos ocasiones, la segunda durante la dictadura de Jorge Videla .. Cabe agregar que en ese año son registrados en Paraguay como expulsados ​​también de la dictadura del país guaraní.
Al año siguiente, el 27 de mayo, refugiados ahora en Uruguay fueron secuestrados en el hotel Hermitage de Pocitos y trasladados a Fusna, en el puerto de Montevideo. Doce días después fueron trasladados a Paraguay, en el vuelo 303, y entregados a la policía paraguaya, donde fueron secuestrados en la sede del Departamento de Investigaciones de la Policía Federal durante varios meses.
El 2 de diciembre de ese año, pocas horas antes de que la Cruz Roja visitara el lugar, se llevaron a unas 70 personas, entre ellas Filipazzi y Potenza. En tanto, la mujer envió varias cartas a Cecilia Benac, su amiga, con la ayuda de un policía federal. En las cartas aparentaba estar hospitalizada a raíz de un accidente pero con cierto desfase horario respecto a los hechos, datos todos que no coincidían con la realidad.
En carta del 3 de septiembre de 1977 decía que estaba en Paraguay, que llevaba mucho tiempo enferma y que no podía comunicarse con nadie. Antes de su desaparición, escribió: “Me internaron después del accidente en la clínica de Uruguay y luego me trajeron para acá. En el momento del accidente no vi nada (…). Hasta ahora me han atendido muy bien, ya que me trasladaron en avión”.
En 2016 sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense. Habían sido encontrados en una fosa común en propiedad del Grupo Especializado de la Policía Paraguaya. El trabajo fue coordinado por la Dirección de Reparación y Memoria Histórica del Ministerio de Justicia de Paraguay.
Para el abogado Salerni, el juicio Cóndor “fue importante porque ante la Corte de Roma se pudo reconstruir el dolor, las terribles condiciones que sufrieron las familias de tantas víctimas”, y demostró la existencia de “un pacto criminal de las dictaduras”. de América Latina”.
Un pacto que hoy sigue estable, un pacto de impunidad que se rompió en Italia, por la inmensa demora que tuvo Uruguay en buscar a los culpables. Inventaron todo, incluso leyes protectoras y una supuesta guerra civil, todo para justificar el terror y la horrible enfermedad que se ha generado en cientos de personas en este país y en decenas de miles en toda la región.
Un horror que aún palpita en muchas personas que viven sin justicia. Un horror que solo sanará cuando se sepa la verdad.