COMISION PROVINCIAL DE LA MEMORIA DE CORDOBA

25 de agosto // “Día Provincial de la Lucha contra la Impunidad de los Delitos de Lesa Humanidad”

El 25 de agosto de 2016 se dictó sentencia en la Megacausa que condenó el terrorismo de Estado en Córdoba y por Ley (10.368) se instituyó en el “Día Provincial de la Lucha contra la Impunidad de los Delitos de Lesa Humanidad”
Por su magnitud, la Megacausa “La Perla, Campo de la Ribera y D2” es considerado al juicio al terrorismo de Estado en Córdoba.

“Con eje en lo ocurrido en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCDTyE) del Tercer Cuerpo de Ejército en Córdoba, principalmente La Perla y Campo de la Ribera aunque también el Departamento de Informaciones D2 de la Policía, la Penitenciaría de barrio San Martín, la Perla Chica de Malagueño, el chalet de Hidráulica en el dique San Roque y el Puesto Caminero de Pilar, el proceso expone la índole sistemática y masiva del plan de exterminio de opositores políticos perpetrado por el Estado terrorista. Como parte de ese plan, se juzgan por primera vez en Córdoba los delitos de apropiación de niños, contra la integridad sexual y de índole económica”.

(Fragmento de la crónica “Un halo de luz y justicia sobre la dictadura cívico-militar”)

Con el compromiso diario de disputar sentidos sobre el pasado, a partir del presente y apostando al futuro, a 5 años de aquella sentencia, recordamos el alegato de la Dra. Carmona sobre como las violaciones sistemáticas ejercidas en los ex ccd fueron parte del plan sistemático de tortura y exterminio del terrorismo de estado:

“Los testimonios recogidos a lo largo de este debate dan cuenta del trato desigual, entendido como un plus de violencia caracterizado por lo sexual, padecido por las mujeres en los centros clandestinos de detención durante la represión ilegal en nuestro país en la última dictadura cívico militar. Estos testimonios permitirán advertir que los ataques sexuales no fueron hechos aislados, sino que, muy por el contrario, constituyeron una práctica generalizada en cuanto al modus operandi en los distintos campos de concentración creados en todo el país por los militares para aniquilar a los opositores políticos; de dichos campos de concentración, por supuesto que Córdoba no fue una excepción. 

Sin dudas existe una gran cifra negra de delitos de índole sexual que no han sido denunciados. Una pauta de ello es precisamente lo que acontece con este juicio, el más grande de la provincia de Córdoba. De un universo de más de setecientas víctimas, sólo se juzga un hecho de violación y dos de abuso deshonesto. 

La perversidad del sistema machista hace que la víctima sea la que lleva el estigma, la que sufre la vergüenza, subvirtiéndose de este modo el objeto de reproche. 

Las violaciones de los derechos de las mujeres continúan siendo escasamente reconocidas por los sistemas de Justicia. Esto es así a pesar de que ocurren en forma generalizada y sistemática en todo el mundo, impidiendo que las mujeres gocen de un efectivo acceso a la Justicia y a obtener una reparación cuando sus derechos fundamentales han sido violados.
Por ello, resulta muy importante la visibilización de estos crímenes, que sean investigados, juzgados y, en su caso, condenados y que, de esa manera, se acabe de una vez por todas con el silencio y la impunidad para sus autores”

Virginia Miguel Carmona
(Fragmentos del Alegato realizado el 16 de diciembre de 2015)

Más de 40 años después de ocurridos los hechos tenemos certezas sobre la importancia de juzgar a los responsables para construir un país más justo, en el cual el Estado demuestre que no es posible la continuidad de los modelos de impunidad e injusticias.

LOS APROPIADORES OCULTAN LOS MECANISMOS DEL ROBO DE NIÑOS

El dramatismo del juicio de los apropiadores de la Hija de Maria del Carmen Moyano y Carlos Poblete esta asuzado por las estrategias defensista recogidas por algunos medios de difusión de hablar de la familia del corazón y la familia biológia etc.

El fiscal Federal a cargo de la causa, Daniel Rodriguez es. claro en  puntualizar  que el  debate revisa la responsabilidad de un matrimonio mendocino en la apropiación ilegal de la hija de María del Carmen Moyano y Carlos Poblete. El matrimonio está integrado por Armando Osvaldo Fernández, del entonces Departamento de Informaciones (D2) de la Policía de Mendoza, y su esposa, Iris Yolanda Luffi. También está imputado el ex Policía Abelardo Santiago Garay, quien firmó como testigo el acta de nacimiento fraguada de la niña. María del Carmen Moyano estaba embarazada de seis meses cuando la secuestraron en la provincia de Córdoba. Permaneció detenida en La Perla y luego fue trasladada a la ESMA, donde dio a luz a una beba aproximadamente en junio de 1977 que pocos días más tarde fue trasladada a Mendoza.

El ministerio público fiscal es muy cuidadoso en sus valoraciones para no develar el alegato final.

los

MIAMI: REFUGIO DEL ULTIMO PERPETRADOR DE LA MASACRE DE TRELEW

El último “fusilador” de la masacre de Trelew que amasó una fortuna y tiene una vida de lujo en Miami

Hace 49 años 19 guerrilleros que estaban prisioneros en una base naval de la patagonia fueron acribillados. Uno de los responsables de la masacre fue el entonces teniente Roberto Bravo, quien desde fines de los 70m reside en La Florida como un vecino notable de la comunidad. Su vida de millonario, el día que golpearon a su puerta para detenerlo y el pedido de extradición que le quita el sueño

La única imagen que existe del ex teniente Roberto Bravo (Diario Jornada de Chubut)La única imagen que existe del ex teniente Roberto Bravo (Diario Jornada de Chubut)

El viernes 25 de octubre de 2019 Roberto Guillermo Bravo se despertó temprano –una costumbre nunca abandonada desde sus tiempos de marino– y pensó que podía continuar con su rutina de casi todos los días, que a los 78 años no le exigía demasiada actividad.

Llevaba 47 viviendo en Estados Unidos, en ese momento en el lujoso barrio Sans Souci Estates de Miami, junto a su esposa y en las cercanías de las casas de sus tres hijos. En ese tiempo se había convertido en un empresario que había amasado una importante fortuna. Además, era un vecino notable de la comunidad.

En esos años, también, sus hijos habían adquirido –como él– la ciudadanía estadounidense. El mayor tenía una maestría en Administración, el segundo, una licenciatura en Tecnología de la Información; y el menor, una licenciatura en Negocios. Los tres habían servido en el Ejército o la Armada de los Estados Unidos.

Bravo llevaba una vida apacible en su casa, valuada en 1.700.000 dólares, y solo en ocasiones temía que, alguna vez, un hecho de su siniestro pasado terminara por alcanzarlo y exigirle el pago de una deuda. Sus cómplices en aquel hecho estaban presos o había muerto en prisión en la Argentina. Sólo él, hasta entonces, se había escabullido de las manos de la Justicia.

Quizás haya pensado en todo eso la mañana del 25 de octubre de 2019 cuando el timbre sonó a una hora exageradamente temprana y su mujer desde hacía 52 años, Ana María Giordano, le dijo que lo buscaban.

Minutos después salía esposado y custodiado ante la mirada atónita de un par de vecinos.

Habían pasado 47 años, dos meses y tres días desde la madrugada del martes 22 de agosto de 1972.

22 de agosto de 1972, 3.30 de la madrugada

Los 19 guerrilleros de FAR, ERP y Montoneros detenidos en la Base Naval Almirante Zar de Trelew dormían alerta, intranquilos. Desde hacía una semana, cuando habían sido recapturados en el aeropuerto tras la fuga del Penal de Rawson venían siendo despertados, maltratados física y psíquicamente así como sometidos a simulacros de fusilamiento.

Se habían entregado con la promesa de que los devolverían al Penal de Rawson pero el capitán Luis Emilio Sosa, que había negociado con ellos, faltó a la palabra empeñada y terminaron en la Base Naval.

Los hechos ocurridos la madrugada del 22 de agosto ya han sido narrados en otras ocasiones por Infobae:

Los guerrilleros que fueron masacrados en la base de Trelew en 1972Los guerrilleros que fueron masacrados en la base de Trelew en 1972

María Antonia Berger, una de las guerrilleras detenidas, no podía dormir y le preguntó la hora a un guardia. La respuesta del suboficial que estaba de guardia enfrente de su celda fue:

-Son las tres y media.

Minutos después, los marinos empezaron a entrar celda por celda para sacarlos al pasillo. Les dijeron que se quedaran parados al lado de cada puerta, mirando al suelo. Ricardo Haidar levantó un poco la cabeza y el capitán Sosa lo apuntó con su pistola 45:

-Haidar, no se me haga el machito que le pego un tiro – lo amenazó.

El capitán Sosa y el teniente Roberto Bravo siguieron su ronda de inspección por el pasillo. Berger también salió al pasillo: en cuanto se paró, empezaron los tiros. María Antonia alcanzó a ver que venían de una ametralladora en una punta del pasillo, y se sintió herida.

Consiguió meterse adentro de la celda; a su lado, María Angélica Sabelli dijo que estaba herida y cayó muerta en el acto. En el pasillo, la ametralladora seguía escupiendo: algunos buscaron un escape, pero no había adónde. Mariano Pujadas, Humberto Suárez y José Mena, que estaban en la primera celda, cayeron enseguida. Antes de caer, Jorge Ulla trató de tirarse encima de un marino, gritándole puteadas. En la puerta de su celda, Clarisa Lea Place y Susana Lesgart tuvieron el último reflejo de darse vuelta para evitar los tiros, y cayeron muertas. Ana María Villarreal de Santucho también cayó, boca abajo, en medio del pasillo. María Antonia escuchaba tiros, gritos, quejidos, y voces de los marinos:

-Este todavía está vivo.

Todavía se oían gemidos cuando entró el teniente Bravo:

-¡Levantensé, hijos de puta!

Los fusilaron dentro de la base en un hecho que se consideró crimen de lesa humanidad
Los fusilaron dentro de la base en un hecho que se consideró crimen de lesa humanidad

Ricardo Haidar y Alfredo Kohon se pararon. Bravo los apuntaba con una 45 y le metió a Haidar un balazo en el medio del pecho. Haidar salió disparado para atrás y cayó en su catre, sangrando a borbotones: cerró los ojos y trató de no moverse. Entonces el oficial disparó contra Kohon. Más lejos se oían otros tiros de gracia. Haidar se quedó quieto: sabía que si se movía o hacía el menor ruido lo remataban de un balazo.

Entonces oyó cómo el teniente Bravo y el otro oficial iban hasta la celda de Alberto Camps y Mario Delfino. Sonaron dos tiros. Delfino había caído muerto; Camps, con una bala en el vientre, trató de quedarse lo más quieto posible.

Al final del pasillo, un marino le decía a otro que la historia que tenían que contar era simple:

-Pujadas te agarró, salió un tiro para acá, entonces se quisieron ir y tuvimos que empezar a tirar…

María Antonia oyó unos pasos que venían hacia su celda, y pensó que la iban a matar. Con sorpresa, se dio cuenta de que no tenía más miedo: más bien una calma inesperada. Pensó que quizás fuera porque había perdido tanta sangre.

Los pasos se pararon, a su lado, en la celda. María Antonia respiraba fuerte y se dijo que era mejor si lo miraba. Un oficial le estaba apuntando a la cara con una pistola, y disparaba. La bala le entró por el mentón y la tiró para atrás, pero María Antonia siguió consciente.

Menos de cinco minutos después, el recuento que hicieron los marinos dio un saldo provisorio: 12 guerrilleros muertos y siete gravemente heridos: Alfredo Kohon, Pedro Bonet, María Antonia Berger, Carlos Astudillo, Alberto Camps, Miguel Ángel Polti y Ricardo Haidar.

Los llevaron a la enfermería y los dejaron allí, durante horas, sin atención médica. Eso hizo que sobrevivieran solamente tres: Berger, Camps y Haidar.

El encubrimiento oficial

En Buenos Aires, las versiones sobre los fusilamientos empezaron a circular la mañana de ese mismo martes 22 de agosto, pero recién a la una y media de la tarde apareció la primera información oficial distribuida por el Estado Mayor Conjunto, que decía que “al realizar el jefe de turno una recorrida de control en los alojamientos de los detenidos, mientras los mismos se encontraban en el pasillo, al llegar a uno de los extremos es atacado por la espalda por el delincuente subversivo Mariano Pujadas, quien logra sustraerle la pistola ametralladora con la que iba armado. Escudándose en el mismo intentan evadirse. El jefe de turno logra zafarse y es atacado a los tiros, resultando herido. En tal circunstancia, la guardia contesta el fuego contra los reclusos que se abalanzaban en masa hacia la puerta de salida, encabezados por Pujadas…”.

Resultaba imposible creer esa versión. Eran 16 muertos de un lado y ninguno del otro. Al día siguiente, el diario La Opinión, dirigido por Jacobo Timerman, informaba en tapa y decía: “Los acontecimientos, por sus características, resultan increíbles. Sus consecuencias -apenas entrevistas por los observadores, también atónitos- pueden resultar abrumadoras.”

Los muertos eran: Rubén Pedro Bonet, Jorge Alejandro Ulla, José Ricardo Mena, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi, Miguel Ángel Polti, Mario Emilio Delfino, Alberto Carlos Del Rey, Eduardo Adolfo Capello, Clarisa Rosa Lea Place, Ana María Villareal de Santucho, Carlos Heriberto Astudillo, Alfredo Elías Kohon, María Angélica Sabelli, Susana Lesgart y Mariano Pujadas.

Los tres sobrevivientes fueron trasladados después a la Cárcel de Devoto, donde el 25 de mayo de 1973, poco antes de ser liberados por la amnistía dictada por el gobierno de Héctor J. Cámpora, relatarían minuciosamente los hechos a Francisco “Paco” Urondo, que los recogió en su libro La Patria Fusilada.

Casi 35 años de impunidad

Hubo que esperar hasta 2006 para que el entonces juez federal de Rawson, Hugo Sastre, reabriera la investigación de los fusilamientos de Trelew por pedido de los familiares de las víctimas, acompañados por organismos de Derechos Humanos.

Tras un largo trabajo de investigación, logró la detención de la mayoría de los imputados por la comisión material de los hechos (16 asesinatos y tres intentos de homicidio) y/o por encubrimiento: el ex contraalmirante Horacio MayorgaRoberto Horacio Paccagnini, jefe de la Base Zar en el momento del hecho; del ex capitán Jorge Del Real; el ex cabo Carlos Marandino; y el ex capitán de Navío Jorge Enrique Bautista.

En cambio, el excapitán Sosa y el ex teniente Bravo pudieron eludir sus capturas. Poco y nada se sabía de ellos luego de que perpetraran los fusilamientos de Trelew.

Tenían orden de captura, pero nadie sabía cómo encontrarlos. Se decía –no sin razón– que sus paraderos eran unos de los mayores secretos guardados por la Armada Argentina.

Sosa, capturado casi por casualidad

El ex capitán Luis Emilio Sosa recién pudo ser ubicado y detenido en febrero de 2008, por circunstancias casi fortuitas.

Un grupo especial de agentes de la Brigada de Drogas Peligrosas de Chubut se trasladó a Buenos Aires por orden del juez Sastre siguiendo una pista poco prometedora. Había localizado una vivienda en el barrio porteño de Recoleta que, según la escritura, pertenecía a la esposa de Sosa. Pensaron que podían encontrar allí al marino o, por lo menos, a su mujer.

Al principio creyeron que la pista no los llevaría a ningún lado. Los atendió un hombre joven, que dijo que le había comprado el departamento a Sosa hacía unos dos años.

-¿Sabe cómo encontrarlo? –preguntaron los policías.

-No, no lo vi más, no tengo ninguna relación –respondió.

Cuando los policías estaban por irse, el joven les preguntó:

-¿Por qué lo están buscando?

-Está acusado por la masacre de Trelew –le respondieron.

Y entonces ocurrió lo inesperado.

-¡Hijo de puta! ¡Yo tengo a mis padres desaparecidos! – casi gritó. Y les pidió que volvieran unas horas más tarde, que iba a revolver papeles para ver si podía darles alguna dirección,

El 15 de octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de 16 homicidios y tres tentativasEl 15 de octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de 16 homicidios y tres tentativas

Cuando los policías volvieron el joven los esperaba con una dirección anotada en un papel: “Pueyrredón 1317, piso 3, departamento C”. Allí, les dijo, funcionaba la inmobiliaria Acher Salomón, donde había hecho la operación de compra del departamento.

Cuando la policía llegó al lugar, los atendió un hombre al que le preguntaron por Sosa.

-Es mi amigo. Su esposa trabaja acá – les contestó.

Delante de los policías llamó al marino y le contó lo que estaba pasando.

-Voy para allá – le respondió Sosa.

Minutos después llegó a la inmobiliaria y se entregó. Habían pasado 35 años, cinco meses y veinte días desde los fusilamientos.

Juicio y condenas

Terminada la instrucción, el caso fue elevado a juicio.

El 15 de octubre de 2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores de 16 homicidios y tres tentativas.

El Tribunal absolvió a Rubén Paccagnini, para quien se habían pedido dos años de prisión, y a Jorge Bautista, acusado de encubrir los crímenes. El fiscal federal de Rawson, Fernando Gelves, manifestó su disconformidad con las dos absoluciones y dijo que las apelaría.

El 19 de marzo de 2014 la Sala III de la Cámara Nacional de Casación Penal ratificó las condenas a prisión perpetua de Sosa, del Real y Marandino. Anuló, además, las absoluciones de Paccagnini y Bautista.

Además, los jueces Liliana Catucci, Alejandro Slokar y Mariano Borinsky calificaron por unanimidad los fusilamientos como “delitos de lesa humanidad”.

Mientras tanto, el exteniente Bravo había sido localizado en los Estados Unidos y se pidió su extradición.

El escurridizo Bravo

Durante muchos años no se pudo establecer el destino de Bravo después de los fusilamientos de Trelew. Por otra parte, nadie lo buscaba.

En 1973, antes de terminada la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse, Bravo fue enviado como “agregado militar” a la Embajada Argentina en Washington. En los años siguientes recibió entrenamiento por parte del Ejército delos Estados Unidos en infantería avanzada, pathfinder y reconocimiento anfibio.

El barrio en Miami donde vivía el último fusilador de Trelew según mostró el diario Jornada de ChubutEl barrio en Miami donde vivía el último fusilador de Trelew según mostró el diario Jornada de Chubut

Se retiró de la Armada Argentina en 1979 para empezar a trabajar en una empresa de electrónica estadounidense. El 24 de marzo de 1980 recibió su estado de “residencia permanente” y algunos años después, el 1° de septiembre de 1987, se naturalizó como ciudadano de los Estados Unidos.

De ahí en más, hizo una importante fortuna.

En 1982, Bravo y su familia se trasladaron a Miami, donde el ex marino fundó su propia empresa, RGB Group Inc.; y también desempeñó como presidente y CEO de RLM Services; One Fountainhead Center y Stafford Bookbinding; así como de gerente de Miami Alliance. RGB Group fue su empresa más exitosa, convirtiéndose durante años en proveedora de servicios médicos para el Pentágono.

Las detenciones

En 2010, Bravo fue detenido por primera vez por la Justicia norteamericana mientras estudiaba el pedido de extradición de la Argentina para ser juzgado por la masacre de Trelew.

Ese pedido no prosperó y fue liberado, pero la reputación de Bravo sufrió un golpe durísimo y sus negocios se fueron a pique. En 2014 debió cerrar RGB Group porque la mayoría de sus clientes no quisieron trabajar con un acusado por delitos de Lesa Humanidad.

Durante los cinco años siguientes siguió librando una batalla judicial para eludir nuevos pedidos de extradición por parte de la Justicia argentina, hasta que en octubre de 2019 fue nuevamente detenido.

En esa ocasión, el ofrecimiento de una fianza para esperar la resolución judicial en libertad puso en blanco sobre negro la magnitud de la fortuna de Bravo.

Su abogado ofreció: un bono personal de un millón de dólares en efectivo más otro bono garantizado con propiedades de familiares y amigos por valor total de 4.327.000 dólares. El listado de propiedades ofrecidas como garantía era encabezado por la mansión de North Miami, valuada en 1,6 millón de dólares, propiedad de Bravo y su esposa, Ana María Giordano. También los bienes raíces de sus tres hijos varones: una propiedad ubicada en Cooper City, Florida, valuada en 527.000 dólares y propiedad de Fernando Bravo; otra a nombre de Pablo Bravo, en Tallahassee, Florida, que vale 297.000 dólares; y otra ubicada en Frederick, Colorado, valuada en 503.000 y propiedad de Andrés Bravo.

La extradición, hoy

Por estos días se desarrolla un nuevo proceso de extradición de Roberto Guillermo Bravo en los Estados Unidos, que está a la espera de que el juez interviniente, Edwin Torres, emita su sentencia.

En marzo de 2021 el fiscal de distrito de Miami, Florida, Jason Wu se pronunció a favor de la extradición.

En su informe, el fiscal descartó que lo ocurrido en la Base Naval Almirante Zar haya sido la represión de una fuga, consideró que fueron ejecuciones extrajudiciales y que, como tales, no pueden considerarse una excepción al tratado de extradición entre los Estados Unidos y la Argentina. “Estados Unidos no es un refugio seguro para los acusados legalmente de asesinato en masa en el extranjero, y esta Corte no debe proteger a Bravo de responder a sus acusadores por más tiempo”, concluyó.

Al escribirse estas líneas –49 años después de la Masacre de Trelew-, Bravo sigue viviendo impune y en libertad, pro ya no duerme tranquilo.

ITALIA ESPERA LA RESPUESTA DE CHILE AL PEDIDO DE EXTRADICIÓN DE TRES REPRESORES DEL PLAN CONDOR

El gobierno de Piñera no ha sido propenso a extraditar a sus ciudadanos

Los militares Rafael Ahumada Valderrama, Orlando Moreno Vásquez y Manuel Vásquez Chauan fueron condenados a perpetua por la desaparición y muerte de dos ciudadanos chilenos de origen italiano, Juan José Montiglio y Omar Venturelli.

Por Elena Llorente

Desde Roma

Pese al pesimismo de algunos familiares y abogados de las víctimas italianas del trágico Plan Cóndor, que tuvieron que luchar y esperar más de 22 años para que la justicia italiana emitiera en julio pasado una condena definitiva contra 14 de los acusados (3 chilenos y 11 uruguayos)Italia dio un gran paso que se conoció este fin de semana, pidiendo oficialmente a Chile el arresto provisorio y la extradición de tres militares condenados a cadena perpetua en Italia y que viven en libertad en Chile. En efecto, la ministra de Justicia de Italia, Marta Cartabia, firmó ese pedido que fue enviado a la embajada italiana en Santiago. Se trata del coronel Rafael Ahumada Valderrama, el suboficial Orlando Moreno Vásquez y el brigadier Manuel Vásquez Chauan (foto).

Las coordinación entre las dictaduras latinoamericanas de Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Perú, hizo del Plan Cóndor uno de los más trágicos acuerdos multilaterales de la historia latinoamericana. Los servicios secretos de cada país no sólo intercambiaban información con los otros miembros del Plan Cóndor (y según algunas fuentes también con la CIA de Estados Unidos) sino que se ayudaban para encontrar a sus ciudadanos que perseguidos habían escapado de un país a otro. Los militares de un país podían entrar clandestinamente en otro, llevándose a los que secuestraban a un tercer país o al propio pero sin dar información alguna a los familiares. Los secuestrados generalmente eran llevados a centros clandestinos de detención, torturados, asesinados y enterrados en lugares distantes o tumbas comunes o tirados semidopados desde aviones militares al río de La Plata o al Atlántico. Los perseguidos no necesariamente eran guerrilleros o comunistas aunque eran acusados de serlo por el simple hecho de oponerse a las dictadura del propio país.

El pedido de la ministra Cartabia es el primero referido a los represores condenados en Italia por el Plan CóndorSe espera ver cuál será la respuesta de la justicia y del gobierno chileno, no muy propenso en general a extraditar a sus ciudadanos. En 2013, en efecto, Francia había pedido la extradición de otros militares condenados pero la justicia chilena la negó.

El 9 de julio pasado se conoció la sentencia definitiva de la Corte Suprema italiana contra los 14 militares y torturadores del Plan Condor, por la desaparición y muerte de 41 ciudadanos de origen italiano (cuatro chilenos secuestrados en Chile, once uruguayos secuestrados en Argentina y seis argentinos secuestrados en Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, más 20 uruguayos secuestrados en Argentina pero atribuidos sólo a Néstor Troccoli, miembro del servicio de inteligencia de la marina uruguaya que teniendo pasaporte italiano escapó a Italia pero ahora ya está en la cárcel).

Las condenas (por la desparición de dos ciudadanos de origen italiano) de los tres chilenos de los que se ha pedido la extradición, no estuvieron incluidas en la sentencia de la Corte Suprema porque – como se informó el 4 de julio- en la segunda de las tres instancias que tiene la justicia italiana, la Corte de Apelaciones, ya habían sido condenados a cadena perpetua y esas sentencias se hicieron automáticamente definitivas porque sus abogados nunca apelaron ante la Corte Suprema. Por que esta sentencia fue emitida en 2019 y los abogados no apelaron, el procedimiento de pedido de arresto provisorio y de extradición pudo ser emitido un poco más rápidamente, ya que se requieren numerosos trámites y pasos burocráticos para poder llevarlos a cabo. Se supone que la justicia italiana pedirá el arresto provisorio y la extradición de otros de los condenados, sobre todo si viven en libertad en los respectivos países . Aunque también, si por ejemplo no existen acuerdos bilaterales que permitan la extradición, podría pedir que los condenados en Italia al menos sean juzgados en sus respectivos países.

Las culpas de los tres militares chilenos

Los tres militares chilenos fueron condenados por la desaparición y muerte de dos ciudadanos chilenos de origen italiano, Juan José Montiglio y Omar Venturelli. Según las leyes italianas, aunque hayan nacido en otros países, los descendientes de italianos son considerados también ellos italianos. Montiglio era militante del Partido Socialista, miembro de la Guardia Presidencial conocida como GAP (Grupo de Amigos Personales del presidente), que fue detenido el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio presidencial de La Moneda. Montiglio había sido un estudiante de biología que después se haber sido adiestrado en Cuba había entrado a formar parte del GAP. Montiglio estuvo junto al presidente Allende hasta el último momento, es decir, hasta que fue asesinado, el día del golpe de Estado orquestado por Augusto Pinochet, el 11 de setiemrbe de 1973. Montiglio fue llevado por los militares a un cuartel donde lo obligaron a escavar la propia fosa y lo fusilaron. Al parecer después tiraron allí una granada para que no quedaran rastros.

Venturelli, ex sacerdote condenado a divinis por el obispo local porque ayudaba a los mapuches a reocupar sus tierras, enseñó en la Universidad Católica de Temuco. Fue miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). El 25 de septiembre de 1973 se presentó voluntariamente ante el regimiento Tucapel de Temuco, donde había sido citado. Al día siguiente fue trasladado a la Cárcel Pública de esa ciudad, donde fue visto con vida hasta el 10 de Octubre, fecha en la que se presume que fue asesinado y hecho desaparecer.

Los tres militares chilenos tienen varias causas abiertas en Chile pero los tres están en libertad aunque no pueden salir del país, según explicó la abogada uruguaya Analía Banfi, residente en Washington donde es investigadora de la Comisión Latinoamericana de Derechos Humanos. Durante un zoom en ocasión de la condena a los tres chilenos organizado en julio pasado por 24marzo.it (la organización de derechos humanos que ha llevado adelante los procesos contra los militares latinoamericanos en Italia), la abogada contó que Ahumada Valderrama tiene en Chile una condena de primera instancia por dos uruguayos desaparecidos en Chile.

María Paz Venturelli, hija de Omar Venturelli, que vive en Italia, agradeció a 24marzo.it y a los abogados todos sus esfuerzos porque se movieron “cuando a nadie le interesaba nada del juicio Condor”, dijo en el zoom. “Pero todavía estamos en camino. Esta sentencia es una cosa importante pero es una pequeñísima parte en comparación con todo el mal que estos personajes hicieron a lo largo de su carrera”. Ella y su madre, pocos días después de la desaparición del padre, se refugiaron en la embajada italiana en Santiago y vinieron a vivir a Italia. Su madre, fallecida en 2012, empezó a trabajar por abrir un proceso en Italia en la década del 1990.

PARA ENTENDER LA HISTORIA DESDE LAS AULAS

Lo hicieron 3 historiadoras docentes ¿Por qué arde Tucumán?, el libro que trabaja en las aulas la destrucción de ingenios azucareros que decretó Onganía

11 de los 27 ingenios  que funcionaban en 1966 en la capital de la provincia dejaron de funcionar por decisión del dictador. El libro aborda las nefastas consecuencias de aquella decisión, que se extienden hasta nuestros días.

Por Ailín Bullentini 22/08/2021
 “¿Por qué arde Tucumán?” es una iniciativa de las docentes de historia Silvia Nassif, Daniela Wieder y Ximena Rosich.
 “¿Por qué arde Tucumán?” es una iniciativa de las docentes de historia Silvia Nassif, Daniela Wieder y Ximena Rosich.

Como en el resto del país y en el resto del mundo, la pandemia obligó en Tucumán a reconfigurar los vínculos educativos, algo que complicó aún más una tarea que Silvia NassifDaniela Wieder Ximena Rosich –docentes de Historia que se desempeñan en el nivel secundario, terciario y universitario–, se venían proponiendo hace tiempo en sus diferentes espacios de enseñanza: “Cómo hablarle al futuro tucumano de nuestro presente desde nuestro pasado”. El año pasado, la provincia estableció por ley la incorporación de historia local en la currícula de contenidos educativos. “Pero no hay material con el que trabajar. Existen investigaciones pero son difíciles de bajarlas al terreno: no cuentan con el lenguaje apropiado, son extensas por demás. Así que nos propusimos hacerlo”, sostuvo Nassif sobre la creación “¿Por qué arde Tucumán?”, un libro dedicado a trabajar en las aulas el cierre de ingenios azucareros que propició la dictadura de Juan Carlos Onganía entre 1966 y 1973 y que generó efectos económicos y sociales, así como conflictos, que se viven hasta hoy.

“En Tucumán no hay nadie que no esté vinculado o vinculada con la industria azucarera”, asegura Nassif en diálogo con PáginaI12 retomando una idea que plantean en el prólogo del flamante libro ella y sus compañeras de estudios y amigas. completa: “Siempre hay algún familiar o conocido que trabaja o trabajó para algún ingenio azucarero; que suele ver los cañaverales arder en invierno o alguna chimenea de algún ingenio abandonado en su paisaje cotidiano”.

En este 2021 se cumplen 55 años de la decisión con la que Onganía, en su mal llamada “Revolución Argentina”, y por decreto, destruyó un tercio de la industria que llegó a emplear a 100 mil tucumanos en su época de auge. Aquel decreto fue fechado el 22 de agosto de 1966. Ese día, desde hace algunos meses, fue nombrado “Día nacional de desagravio al pueblo tucumano por el cierre masivo de ingenios azucareros”, tras una ley avalada en el Congreso nacional.

“Hablar de qué le ocurrió a la provincia, a sus habitantes, a nuestras familias, cuando 11 ingenios de los 27 que funcionaban entonces en la ciudad capital y en cada pueblo a lo largo de la ruta nacional 38 –por la que desde Buenos Aires se ingresa a la provincia– dejaron de funcionar, tiene que ver con nuestra identidad, nos ayuda a comprender mejor nuestro presente”, apuntó la profesora que, al igual que sus colegas, contaba con esa intención desde hacía tiempo y se topaba con la falta de material donde apoyar el proceso de aprendizaje.

De esa necesidad nace “¿Por qué arde Tucumán?”, con especial dedicación a les estudiantes de secundario. Desde su diseño y propuesta visual “¿Por qué arde Tucumán?” persigue un objetivo primordialmente pedagógico. Cuenta la historia desde el texto, pero también desde las imágenes y las herramientas para trabajar el contenido que los acompañan: posibles actividades introductorias, viñetas que hacen zoom en palabras específicas, en personajes diversos y que traducen algunos hechos en historietas; mapas, cuadros comparativos. “Pensamos en los docentes pero sobre todo en los estudiantes, que son el futuro”, insistió Nassif.

La eliminación de la mitad de los puestos de trabajo que albergaba la industria azucarera a nivel provincial, la concentración de la producción en pocas manos, la explotación de los trabajadores que se mantuvieron en pie, la desaparición de pueblos enteros que vivían de esa actividad que nunca se reemplazó “y la catástrofe social terrible” que provocó el cierre de un tercio de los ingenios azucareros en la provincia es una de los ejes del libro que presentan mañana (lunes 23 de agosto a las 19) las autoras a través del canal oficial de YouTube de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán.

El otro, y quizá el más jugoso, son las luchas obreras que se dieron para resistir. “Siempre creímos que era importante que se sepan las razones de la miseria que se vive en la provincia, que son consecuencias de aquella catástrofe que sigue teniendo implicancias en nuestro presente, pero también sobre la enorme fortaleza y resistencia del pueblo trabajador tucumano”. La comprensión de estas luchas permite analizar el territorio provincial dentro del mapa del país en aquellos años: “Aquella crisis despierta protestas de todo el sector obrero azucarero –con la Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (Fotia) a la cabeza– que convierte a la provincia en uno de los focos de tensión social previos al Cordobazo”, indica la autora.

La “previa” de los azucareros preparó el terreno para los estallidos del Tucumanazo, en unos años más –1970/1972–. La represión voraz de la última dictadura cívico militar eclesiástica que llegó en 1976 lo deglutió todo. Son más de 350 los trabajadores registrados en la industria azucarera –de los no registrados no hay datos– los que fueron secuestrados y detenidos durante el terrorismo de Estado, incluido el 80 por ciento de la comisión directiva de Fotia. De ellos, más de la mitad permanecen desaparecidos. “Mi intención inicial, cuando comencé el doctorado, era estudiar los efectos de la dictadura en el sector obrero de Tucumán. Y no hubo nada que no me indicara que para entender ese proceso primero tenía que entender qué había pasado con el cierre de los ingenios”, confió Nassif.

2 MILLONES DE PESO POR LA CAPTURA DE UN OFICIAL PROFUGO DESDE EL 2013

Esta prófugo desde el 22 de noviembre del 2013

Elevan a 2 millones de pesos la recompensa por Roberto Carlos Brunello, un ex teniente acusado por delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca

12.08.2021en
Lesa humanidad
El Ministerio de Seguridad de la Nación incrementó la suma a cambio de información que permita dar con su paradero. La información puede suministrarse en la línea teléfonica 134 o escribiendo a través de un formulario publicado en la página web de esa cartera.
El Ministerio de Seguridad de la Nación informó que elevó a 2 millones de pesos la recompensa para quienes aporten datos útiles que permitan lograr la captura del ex teniente Roberto Carlos Brunello, con documento nacional de identidad número 7.699.908, imputado por crímenes de lesa humanidad cometidos en Bahía Blanca durante la última dictadura cívico militar, en la causa donde se investiga el accionar del V Cuerpo del Ejército.
De nacionalidad Argentino, nació el 23 de marzo de 1949 en la ciudad de Córdoba y su último domicilio conocido fue en “Las Brisas Country Club”, Carrión N° 480, unidad funcional N° 349 de Zelaya, en el partido de Pilar, provincia de Buenos Aires.
Actualmente, Brunello se encuentra con un pedido de captura nacional desde el 22 de noviembre de 2013, medida que fue reiterada el 5 de junio de 2018, por la presunta comisión de los delitos de lesa humanidad. Se le imputan los siguientes delitos:
Violación de domicilio, secuestro y aplicación de torturas a once víctimas;
Secuestro y aplicación de torturas, en relación a treinta víctimas;
Violación de domicilio, secuestro, aplicación de torturas y ejercicio de violencia sexual en perjuicio de dos víctimas;
Secuestro, aplicación de torturas y ejercicio de violencia sexual, en relación a tres víctimas;
Secuestro, aplicación de torturas y homicidio en un caso, bajo la modalidad de desaparición forzada de persona.
La Unidad Fiscal de Derechos Humanos de Bahía Blanca informó que Brunello prestó servicios en la Compañía Combate “My Keller”, perteneciente al Batallón de Comunicaciones 181, de la que varios de sus miembros y autoridades ya fueron condenados. El Batallón era la unidad encargada del Área 511 y para la época de los hechos que se investigan estaba orientada específicamente a la concreción de los secuestros, el sometimiento a cautiverio y la aplicación de torturas, que se cometían en las instalaciones del predio militar. Allí funcionaba también el centro clandestino de detención y tortura (CCDyT) “La Escuelita”.
La causa por la que se busca a Brunello centra su investigación en integrantes del Ejército, agentes de las policías Federal y de la provincia de Buenos Aires y del Servicio Penitenciario Bonaerense por delitos cometidos contra 174 víctimas.
La Unidad Fiscal explicó que la investigación avanzó respecto de otros imputados y que próximamente comenzará el juicio oral, en lo que se conoce como mega causa Zona 5. En ese debate, será la primera oportunidad en la que se juzguen delitos sexuales sufridos por una víctima que permaneció cautiva en el CCDyT que funcionó en instalaciones del Batallón de Comunicaciones, además de los secuestros, torturas y homicidios que sufrieron otras 56 víctimas.
Cualquier tipo de información sobre el paradero de Brunello puede brindarse de manera telefónica al número 134 o entrando en el siguiente link del Ministerio de Seguridad de la Nación: ¿Podés darnos algún dato de la persona que estamos buscando? | Argentina.gob.ar.

ROBERTO GUILBERT

??No figura en la efeméride, pero un 17 de agosto de 1976 en la historia de sangre y dictadura de San Juan, asesinan al primer montonero en combate ROBERTO GUILBERT.
?…Con tan solo 25 años, tu voz apagaron y tu cuerpo torturaron;
Tu existencia fue vida intensa, es historia pura;
Sueño con verte luchar, charlar con vos;
Con entender tu ausencia y allí es donde comprendo;
Que siempre estuviste a mi lado!!!
❤Tu sobrina Lucia. HLVS!!!! ✌?✊?
Testimonios Eloy Camus (nieto) en su libro “Historia de víctimas del Terrorismo de Estado” cuando asevera que Roberto José Guilbert fue el primer montonero muerto en un enfrentamiento en San Juan, el 17 de agosto de 1976, cuando se quedó a proteger la retirada de sus compañeros al pie del monte Cerro Negro en la Rinconada, departamento de Pocito, lugar donde Montoneros tenía un importante campamento para preparar militarmente a los miembros del grupo. Según este testimonio, la resistencia que opuso Roberto cuando quedó sólo contra un importante número de efectivos del Ejército y la Policía, permitió que sus compañeros (la mayoría mujeres) contaran con el tiempo necesario para escapar por la Quebrada saliendo a Zonda.
NUNCA MAS!!!!!??

JUICIO A LOS APROPIADORES DE LA HIJA DE MOYANO-POBLETE

AUDIENCIA 11 / “LA CERTEZA DE HABER HECHO LO CORRECTO”

13-08-2021 | Declararon Ana María Martí, Jorge Castro Rubel y Alicia Lo Giúdice. La primera fue presa política y compartió cautiverio en la ESMA con “Pichona” Moyano. El segundo es el nieto recuperado 116, cuyo parto sucedió pocos días después que el de Miriam; las madres transitaron sus embarazos juntas en cautiverio. La tercera es psicóloga, especializada en identidad, e histórica profesional de Abuelas de Plaza de Mayo. La próxima audiencia será el 27 de agosto a las 11:30.

Los testimonios de la jornada aportaron datos sobre las condiciones del cautiverio de “Pichona” Moyano y el nacimiento de su hija en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Los relatos, enérgicos y conmovedores, aportaron a la comprensión del hecho, al funcionamiento de la represión y al análisis del caso. La declaración de Lo Giúdice describió algunas regularidades del impacto de la apropiación en la subjetividad de las víctimas desde la experiencia clínica concreta de los nietos y las nietas restituidas.

La historia de Pichona Moyano y su hija contada desde hace cuarenta años

Ana María Martí fue secuestrada el 18 de marzo de 1977 y trasladada a la ESMA, donde estuvo 21 meses en cautiverio. “Teníamos en mente que si salíamos vivos de ahí íbamos a testimoniar sobre lo que nos había ocurrido”, manifestó. Obtuvo la libertad el 19 de diciembre de 1978 y ha declarado en múltiples juicios orales como la “Causa ESMA” o “Plan sistemático”. Por tratarse del primer proceso local que involucra hechos sucedidos en la ESMA, la fiscalía le pidió que incluyera una descripción del lugar.

El sótano del Casino de Oficiales era el primer lugar al que llevaban a las personas secuestradas. Martí fue torturada allí apenas llegó. En ese nivel también preparaban los vuelos de la muerte y había una enfermería. Luego la subieron al tercer piso, un lugar conocido como “Capucha, un recinto bastante grande con forma de L”. En una mesa ubicada a la izquierda de la puerta de entrada había guardias a quienes llamaban “los verdes”: eran adolescentes de 16 o 17 años que estaban ahí para aprender oficios. Desde allí se podía subir por una escalera pequeña a “Capuchita”, donde estaba el tanque de agua y ponían a la gente que había sido secuestrada por el Servicio de Inteligencia Naval.

En Capucha había celdas y “cuchas”. “Parecían un ataúd”, aseguró Martí. Tenían grilletes en los pies, capuchas en la cabeza, no podían mirar a los costados, no les permitían hablar. “Vivíamos el infierno total…”. A pesar de eso “siempre fuimos consiguiendo la manera de entender lo que pasaba ahí y logramos comunicación”.

Ana María Martí, sobreviviente de la ESMA

En ese piso había baños, dos piezas para embarazadas —una daba al río; la otra, a la Av. Libertador—, dos pañoles (el chico y el grande) que servían como depósito de lo robado. Hacia fines del 77 o principios del 78 pusieron en funcionamiento “la pecera”. Martí la conoció porque la eligieron “con un grupo que hacía trabajo esclavo”: ella era bilingüe y le hicieron traducir de la prensa francesa todo lo concerniente a la Argentina y particularmente al Mundial de Fútbol.

Ana María Martí se enteró de la existencia de mujeres embarazadas detenidas en Capucha cuando llevaba más de un mes en ese lugar. Un día, además del “sándwich naval” (un pequeño pedazo de pan con una tajada de carne) les dieron una mandarina. Cuando los guardias terminaron de repartir, le empezaron a caer a su “cajón” una mandarina atrás de otra. Una mujer le dijo “para las embarazadas” y había que seguir pasándolas. A dos metros, empezó a escuchar “gracias, gracias”. “Estábamos todos muy hambrientos porque no comíamos prácticamente nada. Pero todos dieron sus mandarinas para las embarazadas”, recordó Martí.

Empezó a conocer nombres de otras mujeres cuando el baño dejó de ser un balde de metal que traía el guardia. Alrededor de principios de mayo del 77, “explotaba capucha de gente” y empezaron a trasladarlas hasta un baño grande, en grupos de cinco o seis mujeres o varones. Allí estaban con grilletes, pero sin capucha. Había dos o tres duchas, un inodoro al fondo y un piletón con varios grifos donde lavaban su ropa interior, la estrujaban y se la volvían a poner mojada.

Las acompañaban dos guardias que en general les daban la espalda. “Ese lugar era un espacio de libertad increíble… El hecho de poder vernos, poder hablar…”, repasó Ana María. La primera vez no les permitieron conversar: “Lo que hicimos fue abrazarnos y llorar mucho. Fue muy impresionante poder mirarnos a la cara”. Después pudieron decirse sus nombres, de dónde venían, en qué organizaciones habían militado, cómo fueron sus circunstancias de secuestro.

En ese escenario pudo identificar a las mujeres embarazadas Mirta Alonso de Hueravilo, Ana Rubel de Castro y “Pichona” Moyano. De ella recuerda que hablaba mucho de Mendoza y San Juan. Supo que había estado secuestrada en Córdoba junto con su compañero, Carlos Poblete. Ya exiliada en Suiza, Ana María Martí conoció —con Sara Solarz de Osatinsky— a dos sobrevivientes de La Perla: Graciela Geuna y Teresa Meschiatti, quien recordaba a Pichona de aquel centro clandestino.

En Capucha, a las mujeres embarazadas les trajeron camas metálicas “porque ya no se podían levantar del suelo”. Martí recordó que Pichona era bastante alta y más joven que ella, que en ese momento tenía 30 años. Por el embarazo avanzado, su cara y sus tobillos estaban hinchados. Tenía el cabello castaño oscuro y los ojos tristes. “Vivíamos en un terror total, pero ella lo llevaba bastante bien. Daba la impresión de que estaba calma, de que enfrentaba la situación”.  Pichona tuvo una hermosa relación con Ana Rubel, “una amistad muy linda. Se apoyaban mucho. Yo a veces las sentía reír en Capucha”. Ana estaba muy mal, había sido ferozmente torturada en la ESMA y temía que su bebé naciera con algún problema de salud. Pero “Pichona tuvo una influencia muy grande sobre Ana porque lograba calmarla”. Otra embarazada en ese recinto era María Hilda Pérez de Donda.

Más o menos a principios de junio abrieron “la pieza de las embarazadas”, que también llamaban “la pequeña ‘Sardá’”, como la nombró el director de la ESMA, Rubén Chamorro, quien iba asiduamente a visitarlas. Era una habitación pequeña que daba al río, pero tenía las ventanas tapiadas, no tenía luz artificial ni orificio de ventilación. Durante un tiempo siguieron con grilletes pero les sacaron las capuchas, las alimentaron mejor y les dieron ciertos cuidados. La testigo conoció ese recinto.

“Yo creo que ahí empezó el verdadero plan de la ESMA de convertirse en una maternidad clandestina”, reflexionó Ana María Martí. Arribaron muchas chicas secuestradas por distintas fuerzas en otros lugares del país, “con el objetivo de hacerlas parir”. De hecho, la testigo aseguró haber conocido a 16 mujeres embarazadas que dieron a luz ahí: “Me acuerdo de todas”, afirmó.

La primera vez, fue con Sara Solarz, con quien compartió cautiverio alrededor de un año y medio. Sara estuvo en el parto de Pichona —y en todos los demás— y le contó a Ana María muchos detalles: “Cuando volvió estaba destrozada, lloraba”. Pichona estaba en la pieza de las embarazadas y al empezar con trabajo de parto la bajaron a la enfermería del sótano, conocido como “el infierno. Ella parió en el infierno, su hija nació en el infierno”, expuso la testigo. Y explicó que la enfermería estaba al lado de la sala de torturas, a no más de un metro y medio, que funcionaba todo el día. De allí salía la patota a secuestrar; allí llegaban las personas secuestradas, “a los golpes y a las rastras”, siempre con grilletes. Durante el parto, Pichona pidió que se los sacaran a Sara porque hacían un ruido que le resultaba insoportable pero no le hicieron caso. “Era el peor lugar del mundo donde tener un hijo”, lamentó Martí.

Pie de imagen: Así comienza el testimonio de Sara Solarz de Osatinsky, Alicia Milia de Pirles y Ana María Martí brindado en octubre de 1979 ante la Asamblea Nacional francesa. El documento fue publicado por la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHu) en 1980, bajo el nombre de “Testimonios de los sobrevivientes del genocidio en Argentina“.

Pichona fue atendida por Magnacco, acompañado por otro médico cordobés, Martínez Pizarro. También había un enfermero. “Al verse sola entre los represores”, Pichona se asustó, empezó a gritar y pidió que estuviera Sara. Ella “tenía un carácter dulce”, más de 40 años y había atravesado dos partos. “Todas esas condiciones se reunieron para que las chicas embarazadas la tomaran un poco como su mamá”, aseguró Ana María Martí.

María del Carmen Moyano fue devuelta a la pieza de las embarazadas y estuvo con su hija alrededor de una semana. En esos días Ana Rubel dio a luz a su hijo y la dejaron con el bebé en la misma habitación. Uno o dos días después se las llevaron a ellas. De allí desaparecieron, pero quedaron el niño y la niña con María Hilda Pérez de Donda un tiempo más.

Sara preguntó por ellas a “Pedro Bolita” —un suboficial encargado del traslado de personas detenidas y particularmente de embarazadas—, quien respondió que habían sido derivadas al Tercer Cuerpo de Ejército. Pero “de Pichona no supimos nunca más nada”, afirmó Martí. La testigo añadió: “‘Los pedros en la ESMA eran suboficiales. Los llamaban así porque tenían llaves de todos los lugares. Y eran los que trasladaban a los detenidos de un lugar a otro. A él le decían ‘Pedro Bolita’ porque era jujeño, tenía rasgos bolivianos o del norte de Argentina. Fue identificado y se llama Carlos Galián”.

En todos los casos de partos en la ESMA que recordó la testigo, primero se llevaron a las madres y después a sus bebés: “Ellos consideraron a las embarazadas como un envase (…) Una vez que obtenían el bebé, el envase era desechado”. La testigo relató que era común que cuando traían personas detenidas por otras fuerzas, o en otros lugares, fueran devueltas a quienes las habían secuestrado. “Era como que cada fuerza era la propietaria” de las personas que detenía. Puso como ejemplo los casos de Liliana Pereyra y Patricia Mancuso, de Mar del Plata.

A las embarazadas, el prefecto Héctor Febres les hacía escribir una carta donde contaban cómo nacía su hija o hijo, si tenía algún problema o condición. “De eso soy testigo directo”, confirmó Martí. Febres les decía cómo tenían que escribir la carta, qué poner y qué no, a quién se la tenían que entregar: “Por favor, pongan bien el nombre y el apellido de la persona, la dirección exacta, no se vayan a equivocar, a ver si llegamos con un bebé a una familia que no tiene nada que ver”, contó Ana María.

La testigo no vio a Pichona escribir esa carta, pero no tiene dudas, “es imposible que no la haya escrito”. Y añadió: “Yo me enteré hace unos años de que la hijita de Pichona fue apropiada por una familia de Mendoza. Que el apropiador pertenece a las fuerzas represivas de la dictadura”. Con toda esta información, “no sabíamos dónde entregarla” era una excusa: “No es verdad, tenían todos los datos”, puntualizó.

Ante la pregunta de Viviana Beigel, representante de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, Ana María Martí relató que entre las tareas principales de Febres estaban las embarazadas. Conseguía leche, pañales, vestimentas. Con el tiempo, empezaron a observar que traía objetos lujosos, ropa muy cara o moisés con puntillas. Ahí empezaron a pensar que “los chicos no eran entregados a la familia. No le encontrábamos ninguna lógica a comprar objetos tan caros y de lujo”. Dedujeron que “eran comprados por las familias designadas a apropiárselos”, concluyó.

Ana María Martí y Sara Solarz de Osatinsky fueron liberadas en Europa. El primer tiempo estuvieron en Valencia, en la casa de familiares de Ana María. Muy pocos meses después, empezaron a reunirse con otras personas en situación similar, con quienes confeccionaron el “testimonio de París”. También hicieron denuncias ante el juez Baltasar Garzón, otras en Italia, en las embajadas sueca y suiza, en Amnistía Internacional, en la Cruz Roja, entre otras. Siempre mencionaron a las mujeres embarazadas, es decir que hace más de 40 años se conoce internacionalmente el caso de María del Carmen “Pichona” Moyano y su hija.

Dos partos casi simultáneos en la ESMA: la historia de Jorge Castro Rubel

El segundo en declarar fue Jorge Castro Rubel, nieto recuperado número 116. La historia sobre sus orígenes está estrechamente ligada a la de Miriam Lourdes. “Nací en la ESMA, a mediados de 1977. Recién en 2014 conocí dónde había nacido y quiénes fueron mis padres biológicos”, explicó. Hasta ese momento no había tenido grandes dudas sobre sus orígenes. En agosto de 2014, en el marco de la repercusión por la restitución del nieto de Estela de Carlotto, una tía de su grupo familiar lo citó para contarle que no era hijo biológico de quienes lo criaron. Hablar con este matrimonio no le aportó información suficiente, por tanto, decidió acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo.

En septiembre u octubre de 2014 se contactó con Abuelas y llevó una copia de su partida de nacimiento. Luego dejó su muestra en el Banco Nacional de Datos Genéticos. “Yo tenía plena conciencia de que no quería vivir con esa incertidumbre (…) Tenía necesidad de saber. Y también por responsabilidad colectiva —agregó—. Tenía conocimiento de lo que había sido la dictadura y la apropiación de niños por mi formación profesional”. Jorge es sociólogo e investigador.

Jorge Castro Rubel, nieto restituido 116

El 4 de diciembre de 2014 recibió un llamado de Claudia Carlotto, titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). El testigo se presentó en las oficinas del organismo, donde le confirmaron que era hijo de Hugo Castro y Ana Rubel, “dos jóvenes militantes políticos desaparecidos por la dictadura”. Relató que, además de preguntar por la familia que lo había buscado, conoció ese día a la mujer que había asistido a su madre en el parto. Se trataba de Alicia Milia, sobreviviente de la ESMA que en ese momento trabajaba en la Secretaría de Derechos Humanos. “Fue un encuentro sumamente emocionante para ambas partes. Me había visto nacer en la enfermería, en el sótano de la ESMA (…) Fue una de las primeras caras que vi al nacer”.

Luego se reunió con una tía y un tío. “Me encuentro con dos familias muy ávidas por contarme mi historia (…) con compañeros y compañeras de mis padres”. Así supo que su madre era oriunda de Chaco pero a los veinte años se había trasladado a Buenos Aires, donde desarrolló actividad política. También reconstruyó cómo se sucedieron las detenciones: primero la de su padre, en la casa de la familia Castro —provincia de Buenos Aires—, y dos días más tarde la de su madre, en el departamento de la pareja en Capital Federal. Ana estaba embarazada de dos meses cuando llegó a la ESMA y Jorge nació a mediados de 1977: “Estuvo más de seis meses engrillada, encapuchada, en condiciones infrahumanas”, refirió.

El fiscal Daniel Rodríguez Infante solicitó al testigo que explicara cuál era el vínculo entre su caso y el de Miriam. Jorge indicó que durante el parto de su madre fue acompañado por Alicia Milia y Sara Osatinsky, quienes relataron que pocos días antes de su nacimiento había ocurrido el de la hija de “Pichona”. Las dos madres, Ana y Pichona, construyeron durante su cautiverio una relación de amistad muy fuerte, tanto que pidieron ser trasladadas de forma conjunta con la expectativa de reencontrarse con el niño y la niña una vez cumplido el “supuesto proceso de recuperación” que proponía la conducción de la ESMA para las detenidas. “Hablaban entre ellas sobre sus hijos (…) [se preguntaban] si íbamos a casarnos de grandes”, refirió Jorge a partir de los testimonios de Sara y Alicia. Además del interés que —aseguró— toda nieta y todo nieto recuperado tiene en encontrar a las más de trescientas personas que faltan, con la hija de Pichona existía este lazo.

La abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, Viviana Beigel, indagó sobre las condiciones del espacio donde Ana Rubel dio a luz y que Jorge pudo reconstruir a partir de las declaraciones de las sobrevivientes: “Llegar a este mundo en esas condiciones tan indignas (…) genera, por lo menos en mí, una tristeza y un enojo muy grandes”, declaró el testigo. A fines de 2014, una vez recuperada su identidad, pidió conocer el lugar. Aunque se estaban haciendo trabajos para inaugurar el sitio de memoria, le permitieron recorrerlo con su pareja y Alicia Milia. La mujer le indicó el lugar del sector “capucha” donde estuvo Ana y el sótano donde ocurrió el parto. Al lado de la enfermería se ubicaba la sala de tortura. Cuando llegó a la ESMA, la madre de Jorge fue “salvajemente torturada” a pesar de su embarazo y tenía mucha preocupación por el bebé. “Apenas nací quería asegurarse de que tuviera los dos ojos, los cinco dedos de la mano”, relató. En relación al tiempo que pudo permanecer junto a ella, los testimonios son más débiles: “No se sabe si estuve dos días con mi mamá”.

El parto de Pichona se dio en las mismas condiciones adversas. “Posteriormente quedamos en el cuartito de las embarazadas y de allí fuimos retirados por un tal ‘Pedro Bolita’ (…) con destinos distintos”, explicó. “Algunos dicen que nací prematuro (…) Parece que estaba con problemas respiratorios y, por tal razón, fui llevado al Hospital Pedro de Elizalde. Ahí comienza mi recorrido hacia la apropiación”. A dicho establecimiento lo llevaron Linares y Roberto Gonzáles de la Policía Federal, integrantes del grupo de tareas de la ESMA —el último no ha podido ser extraditado desde Brasil—. Cuando se produjo la identificación de Miriam, Jorge se alegró. “Nos conocimos en la sede de Abuelas y estuvimos juntos cuando ella recorrió la ESMA (…), el Casino de Oficiales, donde nacimos ambos”.

“Con la certeza de haber hecho lo correcto”

Para el nieto 116, encontrarse con la verdad fue “un antes y un después” que lo llevó a replantearse aspectos de su historia personal: “Muchas cuestiones me acompañarán toda la vida (…) Creo que es un proceso de largo plazo”, expresó. De algunas decisiones asegura sentirse contento y orgulloso. Asumir el apellido Castro Rubel fue “hacerlos aparecer a ellos cuando, justamente, se intentó ocultar ese vínculo y su existencia”. Aunque vivir 37 años con otro apellido no fue sencillo, tiene “la certeza de haber hecho lo correcto”. Por eso él y sus hijos portan los dos: “Pedí la modificación del apellido de mis hijos, que ya habían nacido, con su verdadera filiación (…) Creo que fue una excepción, pedí transferir ambos apellidos (…) Estoy sumamente contento”. Además, agregó, es lo que indica la ley.

El defensor particular de Iris Luffi, Mariano Tello, se mostró interesado por la situación del matrimonio apropiador del testigo. Jorge refirió que la pareja fue procesada, pero el hombre falleció. La mujer se encuentra actualmente procesada.

El delito de apropiación como “consumación de otro modo de exterminio”

Alicia Lo Giúdice es psicóloga y docente de la UBA. A pedido de la querella fue convocada para explicar algunos impactos del delito de apropiación en las víctimas. La testigo indicó que en 1985 comenzó a tratar a la primera nieta restituida por vía judicial y en 1990 quedó a cargo del área psicoterapéutica de Abuelas de Plaza de Mayo, hasta que en 2003 se creó el Centro de Atención por el Derecho a la Identidad de esta asociación. Viviana Beigel solicitó que desarrollara ante las partes las diferencias entre apropiación y adopción.

Alicia Lo Giúdice

Lo Giúdice caracterizó los hechos como catástrofe social y enmarcó las apropiaciones dentro del delito de genocidio —que afecta a toda la comunidad— acuñado por Raphael Lemkin: el secuestro y la apropiación de niños se ubica dentro de esta figura de aniquilamiento de grupos sociales. La dictadura argentina practicó la desaparición forzada y el secuestro y la apropiación de niños y niñas —por personas vinculadas a las fuerzas militares—, lo que, a su entender, implica el despojo de sus familias, sus historias, sus cuerpos y sus nombres.

Estas niñas y niños vivieron “en un estado de excepción sin saberlo”. Es decir, “en condición de secuestrados y desaparecidos” y dentro de una lógica concentracionaria, conviviendo con los perpetradores, ignorando el asesinato de sus padres y sus madres y con una inscripción falsificada. Para la psicóloga, es la consumación de “otro modo de exterminio”, a diferencia del asesinato del nazismo, ya que “se los extermina de un sistema de filiación”.

Por otro lado, habló de “identidad colonizada”. Como la constitución de la subjetividad se produce a través del lenguaje, estos niños y niñas tuvieron que tomar el discurso de quienes los criaron, sin posibilidad de rechazarlo. De ese discurso depende la personalidad de cada individuo.  En consecuencia, existe una identificación con la familia apropiadora.

Lo Giúdice se refirió a la adopción en tanto figura legal —diferenciándola de las mal llamadas adopciones que en rigor son producto del tráfico de bebés— como aquella cesión de un niño o niña a otra familia por imposibilidades para su crianza. Es decir, hay una renuncia a la función materna y paterna, mientras que en la apropiación no hay renuncia, sino impedimento impuesto a esa pareja progenitora y sus familias, que sí quisieron hacerse cargo de esas funciones. La apropiación comparte con la compra-venta de personas la privación de la historia para ese niño o esa niña, aunque en el primer caso interviene activamente el aparato del Estado.

La testigo desarrolló las consecuencias psíquicas de la inscripción falsa de las víctimas: “El nombre es el primer significante que ata el sujeto a la vida. Nombrar es lo primero que hacen una madre y un padre cuando reciben un bebé. Además de esta “función psíquica”, el nombre tiene una inscripción en lo legal, porque lo retoma la sociedad y permite incluirse en el sistema de parentesco, dentro del cual cada persona ocupa un lugar.

Explicó que la mentira sobre el origen y la filiación falsificada pueden producir estragos en la personalidad, e incluso una disociación, especialmente cuando el medio en el que se cría la persona sostiene la mentira. La psicóloga señaló que el peligro de mantener el apellido de la apropiación con el paso de los años es “hacer desaparecer a los padres nuevamente”, daño que impacta en las generaciones posteriores porque permanece desaparecida una genealogía. “Lo no tramitado psíquicamente (…) tiene consecuencias en la generación siguiente (…) aunque en el momento los síntomas puedan estar acallados”, afirmó.

Otra situación recurrente para la profesional es la culpa. Las personas que recuperan su identidad a menudo sienten responsabilidad por los delitos de otras y culpa por los efectos de la judicialización en la familia apropiadora. Por eso la testigo resaltó la necesidad de que la justicia determine esas responsabilidades y resitúe funciones y lugares de parentesco. La psicóloga puso en duda el “supuesto amor” que argumentan apropiadores y apropiadoras por el cual no habría delito y señaló que se dan situaciones de extorsión, sobre todo cuando las víctimas deciden emprender la búsqueda.

La declaración concluyó con una reflexión sobre los impactos de la restitución en las víctimas y en las familias: “El encuentro con la verdad histórica trae dolor por lo no vivido, por todos esos años, pero también alegría por la posibilidad de recuperar algo (…) una apertura, apostar a los vínculos”.

Incorporación de prueba

Al finalizar las testimoniales, la abogada querellante Viviana Beigel solicitó realizar un reconocimiento ocular en la ex ESMA para determinar las condiciones en las que se produjo el parto de María del Carmen. El defensor oficial se opuso al pedido por considerarlo redundante, fuera de tiempo y dilatorio del proceso. El tribunal debatió y acordó la incorporación de un recorrido audiovisual preexistente.

La próxima audiencia será el viernes 27 de agosto a las 11.30, ocasión en la que declararán Miriam Lourdes y su hijo Maximiliano Galas de

Histórica y primera condena por los delitos sexuales en la ESMA

Los genocidas Jorge “Tigre” Acosta y Alberto “Gato” González fueron condenados por abusos sexuales y psicológicos, manoseos, tocamientos y violaciones cometidas contra prisioneras del centro clandestino durante la última dictadura cívico militar.

Ailín Bullentini
Por Ailín Bullentini

En un veredicto histórico, el Tribunal Oral Federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires condenó a genocidas de la Escuela de Mecánica de la Armada por ejercer violencia sexual contra prisioneras de ese centro clandestino durante la última dictadura cívico militar. Jorge “Tigre” Acosta y Alberto “Gato” González fueron sentenciados a 24 y 20 años de prisión tras haber sido hallados, por primera vez desde que son enjuiciados por su accionar durante la última dictadura cívico eclesiástica militar, responsables de abusos, manoseos y violaciones contra tres mujeres que permanecieron secuestradas en el Casino de Oficiales del predio de la Armada entre 1977 y 1978. Los hechos fueron considerados crímenes de lesa humanidad en el fallo cuyos fundamentos se conocerán recién a mediados de octubre.

“Estoy emocionada”, aseguró Mabel Zanta, una de las sobrevivientes de la Esma que sufrió violencia sexual mientras estuvo allí cautiva. “Satisfecha es la palabra”, aclaró Silvia Labayrú, otra de ellas. Las denuncias que se animaron y tuvieron la fuerza de sostener, junto a la de María Rosa Paredes, completan la estructura que le dio firmeza a la causa que especialmente se dedicó a recolectar historias y pruebas que pusieran a los delitos sexuales de relieve entre el resto de las herramientas con las que los represores llevaron a cabo su plan sistemático de tortura y exterminio entre mediados de los 70 y comienzos de los 80.

Tras diez meses de juicio oral que comenzó y culminó en el contexto de la pandemia de coronavirus y que por pedido expreso de las denunciantes no fue transmitido públicamente, los jueces Adrián Grünberg, Adriana Palliotti y Daniel Obligado hallaron a Acosta y González responsables de casi todos los delitos que el Ministerio Público Fiscal, representado en el debate por Leonardo Filippini y Marcela Obetko, les endilgaron –el debate no contó con querellas–.

La titular de la Procuraduría especializada en crímenes contra la humanidad del Ministerio Público Fiscal, Ángeles Ramos, señaló que “este fallo importa un avance en la perspectiva de género” en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad. “Es muy importante mantener la visibilización de todo lo que pasaba dentro de lo centros clandestinos y que cada hecho que las víctimas hayan tenido que padecer reciba una respuesta jurídica acorde a esa realidad extrema que debieron soportar”, continuó tras celebrar que “la justicia argentina siga siendo ejemplo del juzgamiento adecuado de los crímenes cometidos desde el Estado durante la última dictadura cívico militar”.

Fallo histórico

El fallo es histórico e inédito en lo que atañe a la revisión que la Justicia realizó y realiza de los crímenes sucedidos en la Esma durante el terrorismo de Estado. La violencia sexual que los represores de aquel centro clandestino ejercieron sobre prisioneras ha aparecido en testimonios de sobrevivientes desde que estos hechos comenzaron a juzgarse, incluso en denuncias ante la Conadep, como es el caso de Labayrú. Sin embargo, y a pesar de que los integrantes de la patota de la Armada fueron acusados tanto por el Ministerio Público Fiscal cuanto por varias querellas en representación de sobrevivientes y familiares de detenides desaparecides en los diversos juicios que se llevaron a cabo, nunca hasta hoy el TOF 5 los había incorporado en sus fallos.

Optó en cambio por exigir que el Juzgado de primera instancia los investigue especialmente. Así lo postuló en uno de los artículos de la sentencia que emitió en el segundo juicio que dirigió en el marco de la Megacausa. Y así nació el expediente que derivó en el debate oral que culminó est viernes. En el alegato que la Fiscalía culminó en abril pasado, había solicitado 25 años de prisión para ambos, las penas máximas, al considerar que el testimonio de las tres víctimas había sido “consistente con el resto de las pruebas del juicio”. “Los crímenes ocurrieron tal como ellas los relataron ante el tribunal”, sostuvo la exposición de les fiscales.

Para el TOF 5 fue así en la inmensa mayoría de los hechos –dejaron dos en “duda”, endilgados a Acosta–, aunque la evaluación de la pena fue levemente menor. Tras definir los hechos bajo juicio como crímenes de lesa humanidad y, por tanto, imprescriptibles, para el “Tigre”, quien fue jefe del grupo de tareas 3.3.2, la patota que reinó, secuestró, torturó, violó, robó, desapareció y asesinó en la Esma, consensuaron una pena de 24 años de prisión. Lo consideraron coautor penalmente responsable de abuso deshonesto y violación que sufrieron las tres sobrevivientes, así como del secuestro y las torturas que sufrió Zanta, cuyo caso hasta el momento no había sido tenido en cuenta en ningún tramo previo de la megacausa Esma.

Al “Gato”, oficial de Inteligencia e integrante de la patota, lo condenaron a 20 años de cárcel por abuso deshonesto y violación agravada contra Labayrú. La situación de ambos, de todos modos, se mantendrá como hasta ahora ya que las nuevas penas se unificarán con las condenas a prisión perpetua que recibieron en juicios orales y públicos previos por secuestros, torturas y asesinatos contra decenas de víctimas que pasaron por el predio de la Armada. Purgan esas condenas en prisión.

La causa que investiga delitos sexuales cometidos en la Esma, en tanto, continúa en instrucción, a cargo del Juzgado federal número 12 y el fiscal Eduardo Taiano, a la espera de poder “fortalecer” los casos que surgieron en testimonios de debates anteriores.

Antecedentes

El primer fallo de un juicio de lesa humanidad que consideró la violencia sexual que sufrieron las víctimas del terrorismo de Estado como un delito autónomo del secuestro y las torturas lo emitió en 2010 el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata. En junio de aquel año condenó al exsuboficial de la Fuerza Aérea Gregorio Molina por violación agravada, además de homicidios. La condena fue confirmada dos años después por la Casación y detrás de ella vinieron decenas de otras.

Las estadísticas de la Procuraduría a cargo de Ramos indican que, a marzo pasado, tan solo un 11 por ciento de los condenados por crímenes de lesa humanidad habían sido responsabilizados por delitos sexuales cometidos en el marco del genocidio de la última dictadura. El fallo de hoy se suma a los 36 que, desde 2006, contienen hechos de índole sexual entre los delitos atribuidos y bajo análisis. Las víctimas nucleadas en esas sentencias son 139.