9º JUICIO POR DELITOS DE LESA HUMANIDAD MENDOZA/ AUDIENCIA 53
03-09-2021 | Declaró Ángel Rodolfo Ruggeri, actual habitante de Campo Las Lajas. El testigo confirmó la precisión de Horacio Ferraris, sobreviviente de este Centro Clandestino, cuando realizó el reconocimiento del lugar. “Mariú” Carrera reconstruyó el secuestro de su primer esposo, Rubén Bravo, y la persecución sufrida por militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). También detalló la investigación de Familiares para ubicar restos en el Cuadro 33 del Cementerio de la Capital. La próxima audiencia será el 17 de septiembre a las 9:30.
Un gran conocedor de Campo Las Lajas
Ángel Rodolfo Ruggeri ya declaró en instrucción en tres oportunidades —2004, 2007 y 2009— porque acompañó las pericias llevadas a cabo en Campo Las Lajas en búsqueda de cuerpos de personas desaparecidas. El hombre fue suboficial de la Fuerza Aérea —hoy retirado— y actualmente radica en el lugar. El Ministerio Público Fiscal lo convocó como testigo en este juicio porque presenció el reconocimiento que hizo Horacio Ferraris, uno de los pocos sobrevivientes de este centro clandestino de detención (CCD).
Hace veinte años Ruggeri pidió autorización a la IV Brigada para criar cabras en Las Lajas. No vivía allí, pero iba todos los días. Cuando el puestero contratado por la Aeronáutica tuvo conflictos legales con esta fuerza el lugar quedó “sin gente”. Posteriormente, Ruggeri arregló la construcción que había y se trasladó junto a su taller metalúrgico. En determinado momento los organismos de Derechos Humanos comenzaron a hacer investigaciones en la zona y se dispuso una guardia permanente de Gendarmería. El testigo mencionó las visitas de Elba Morales, referente del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.
Horacio Ferraris recorrió Las Lajas con gente del juzgado: el secretario hizo preguntas y Ferraris fue describiendo y señalando lo que había visto cuando estuvo detenido. Ruggeri aseguró que “el hombre conocía, por las cosas que advirtió”. Por ejemplo, Ferraris recordó un baño al que se entraba por afuera de la construcción y que efectivamente había existido antes de que Ruggeri lo remodelara para incorporarlo a la casa. También mencionó que el piso del “galponcito” donde había estado era de tierra. Cuando Gendarmería comenzó las guardias, explicó Ruggeri, se colocó allí el contrapiso y el baño que se observan hoy. Del mismo modo, describió una cocina que fue posteriormente refaccionada. En síntesis, según el testigo, Ferraris “reconoció el terreno”.
El sobreviviente aseguró que durante su cautiverio se oían ruidos de aviones y helicópteros. Ruggeri confirmó que desde Las Lajas incluso se los ve despegar porque el lugar está en altura y prácticamente “de frente” a la IV Brigada y el aeropuerto. A pedido del defensor Carlos Benavídez, precisó que entre el campo y la Brigada la distancia es de ocho o diez kilómetros.
Eduardo San Emeterio, por su parte, se mostró interesado por el recorrido del testigo dentro de la Fuerza Aérea. El hombre explicó que ingresó en 1973 pero su primer destino fue Comodoro Rivadavia. Recién a fines de 1977 o principios del 78 pasó a la IV Brigada. En ese entonces era cabo y se dedicaba a realizar las compras para los casinos. Refirió que “siempre hubo guardias en Las Lajas”, aunque él conoció el sitio como suboficial, a fines de los ochenta o principios de los noventa. Antes era “el personal antiguo” el que realizaba las guardias. Actualmente el testigo no tiene vínculo con la Brigada.
Con relación al reciente testimonio de otro sobreviviente de este CCD, Roberto Muñoz, el fiscal Daniel Rodríguez Infante preguntó por la existencia de arroyos o canales secos en Las Lajas. Ruggeri confirmó que hay “muchos ríos secos, algunos de profundidad” porque el terreno está en desnivel y las lluvias abren cauces. Como Muñoz declaró haber sido colgado de un árbol, el defensor Ariel Civit consultó por la vegetación. Ruggeri mencionó que en la zona crece la jarilla y el piquillín —que tiene espinas— y algunos árboles alcanzan los dos metros de altura.
Secuestros y desapariciones de militantes del PRT
María del Rosario Carrera, “Mariú”, ha declarado en numerosas instancias judiciales: “Como familiares de detenidos-desaparecidos buscamos justicia, estamos siempre dispuestos a declarar”. Mariú explicó que ella y su primer esposo, Rubén Bravo, integraban el PRT. También su hermano Marcelo Carrera y su cuñada, Adriana Bonoldi.
Rubén, Mariú, Osvaldo Zuin y Raquel Herrera habían constituido un elenco de teatro y realizaban tareas en el Frente Antiimperialista y por el Socialismo (FAS). El grupo era responsable de la reciente conformación de la Asociación de Actores de Mendoza, de la cual Rubén era el primer secretario general.
Luego del golpe este entorno familiar y militante fue ferozmente perseguido. En mayo de 1976 Raquel Herrera fue fusilada junto a su esposo, Juan Bernal —el hermano de este último se encuentra desaparecido—. En octubre de ese mismo año secuestraron a Rubén Bravo y el mes siguiente, a Marcelo Carrera. Finalmente, el 1 de diciembre detuvieron a Adriana Bonoldi, que estaba embarazada. Osvaldo Zuin fue secuestrado a principios de 1977 en Córdoba. Como la desaparición de Rubén es investigada en este juicio por primera vez, el fiscal le solicitó a la testigo que refiriera las circunstancias del operativo.
Mariú explicó que el 21 de octubre por la noche se encontraba en su domicilio —calle Corrientes de Ciudad— junto a Rubén y su suegra, Elba Zacca de Bravo. En la habitación dormía Nazareno, hijo de la pareja de solo ocho meses. Las ventanas de la casa estaban abiertas y vieron pasar a una persona corriendo por el pasillo que compartían con otro departamento. El hombre —joven, morocho y con ropa de civil— preguntó por Rubén. Luego saltó ágilmente la ventana, abrió la puerta desde adentro y permitió el ingreso de “todos los demás”. La testigo recordó las caras de los captores: un hombre mayor, de unos cuarenta años, y otro de ojos claros que les apuntaba con un arma. A algunos los reconoció más tarde en el marco de las investigaciones judiciales.
Después de encerrarla en el dormitorio junto a su suegra se fueron con Rubén. La familia Estrella, que vivía en el fondo, había llamado al Comando Radioeléctrico suponiendo que se trataba de un robo, pero les contestaron que no salieran de la vivienda porque era un operativo del Ejército.
La búsqueda
Inmediatamente después comenzó la búsqueda que se extendió hasta el presente. Las dos mujeres y el bebé fueron primero a la Comisaría 4. Durmieron en la casa de un compañero de radioteatro, Lorenzo de Luca. Al día siguiente regresaron a la seccional para ampliar la declaración pero negaron que hubieran estado allí antes. Gente del grupo de radioteatro recorrió el D2 y otras comisarías preguntando por Rubén.
Mariú se presentó poco después en la agencia de seguridad Ronda, donde trabajaba un amigo del padre de Rubén de apellido Aquinchay. Iba a pedirle ayuda. Para su sorpresa, se encontró en la puerta con uno de los secuestradores.
En determinado momento un bombero le dijo a la madre de Rubén que llevaran comida a la Comisaría Séptima porque allí había un actor. El padre y la madre de Mariú se presentaron en esta dependencia policial junto al capellán de la Policía, Oscar Moreno, pero no obtuvieron respuestas. Otros contactos mencionaron el paso de Bravo por esta seccional, pero la confirmación llegó de la mano de un militante preso en la cárcel de Mendoza. Pablo Seydell había estado secuestrado en la Séptima, donde vio a Rubén Bravo. La familia de Mariú se enteró por medio del capellán de la Penitenciaría, Ángel Latuf.
La intervención de esta comisaría en el operativo se hizo más clara cuando Mariú, que iba en micro por la Plaza Godoy Cruz, vio entrar allí al hombre que había saltado por la ventana el día del operativo. La testigo bajó del vehículo y lo siguió hasta el interior del edificio. Ya en democracia, conoció a Pablo Seydell y pudo escuchar lo que él había visto y vivido en ese centro clandestino de detención. Con el tiempo formaron pareja y tuvieron una hija. “Hemos ido a la Séptima, hemos estado donde a él le mostraron a Rubén. Como familia y como Familiares, hasta el día de hoy (y siempre) hemos estado buscando datos para saber de todas nuestras compañeras y compañeros. Y para encontrar a los niños a quienes les robaron su identidad”, agregó.
Cuando concluyó su relato, el fiscal le preguntó a la testigo por situaciones de persecución previas al secuestro de Rubén. “Era un tiempo de persecución”, indicó Mariú, y refirió que unos días antes habían allanado la casa de su compañera Ana María Giunta. La pareja también había sufrido un allanamiento policial con anterioridad mientras ensayaba, en la pensión de la madre de Rubén, frente al Área Fundacional. Además, en mayo habían fusilado a Raquel Herrera y tiempo después fue detenido David Blanco.
Más detenciones
Daniel Rodríguez Infante pidió que se explayara sobre otras víctimas de su grupo político. Mariú explicó que antes de casarse con Rubén todo el elenco “La Pulga” vivía y ensayaba en la casa del hermano de Osvaldo, Aldo Zuin, ubicada en Adolfo Calle. Allí tenían reuniones con Blanca Graciela Santamaría, que era la responsable política del grupo, aunque habían vivido situaciones de posible vigilancia.
A Graciela, que era artista plástica, la conoció con seudónimo —supo su nombre mucho tiempo después—. Tenían reuniones semanales en las cuales ponían en común la línea de la organización y estudiaban. También cuidaban a Anita, su sobrina, hija de Florencia Santamaría —militante al igual que su hermana—. Se enteraron del secuestro de Graciela por Osvaldo Zuin, que se había refugiado en casa de la familia Santamaría. El día del allanamiento Zuin logró escapar y pudo contárselo al resto: “El testimonio que han dado su hermana y su familia fue ampliando ese dato que nos dio Osvaldo”, detalló.
El representante del Ministerio Público Fiscal preguntó por el vínculo del grupo de Mariú con Llorens y el barrio San Martín. La testigo explicó que antes del elenco había escrito una nota sobre el barrio para un medio en el que trabajaba, ocasión en la que conoció a Llorens. Luego, ya con La Pulga, hicieron funciones y participaron de actividades. Del elenco la compañera que tuvo más acercamiento fue Raquel. Además, Mariú relató que al regresar de Buenos Aires con Osvaldo a fines de 1974 —en esa provincia comenzaron su militancia en el PRT— las primeras personas de la organización con las que se contactaron en Mendoza fueron Sebastián Llorens —sobrino de “Macuca”— y su esposa, Diana Triay. También compartieron brevemente con Santiago Ferreyra y Fátima Llorens, otra sobrina del sacerdote.
El trabajo de Familiares y los hallazgos del Cuadro 33
En cuanto a las víctimas del “Operativo Antijesuita”, no las conoció personalmente sino a través de sus familias, a medida que fueron ocurriendo los secuestros. Con muchas de ellas conformaron luego la Asociación de Familiares de Detenidas y Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas de Mendoza, que se reunía todos los jueves en la plaza San Martín para dirigirse a alguna dependencia militar o policial e intentar obtener información. La testigo relató algunos episodios vividos en el marco de las gestiones ante las autoridades. Por ejemplo, que Lencinas, encargado de Relaciones Policiales (RELAPO), llamó una navidad a la casa de la familia Carrera en tono jocoso: “¿Están contentos?”, había preguntado. “¿Cómo, no han llegado todavía? Me dijeron que les habían dado la libertad”. Para Mariú, era algún tipo de juego para “seguir destruyendo a las familias”.
También refirió que en una de las visitas que hizo al Comando —en la calle 9 de Julio— con Victoria Gómez de Erice, que buscaba a su hermano Conrado, las recibió un señor Menéndez junto al supuesto auditor de la unidad de apellido Kletzer. Tiempo después, a raíz de un habeas corpus que presentó por Rubén y que ingresó en el Juzgado N.° 7, se reencontró con Kletzer en calidad de juez. Las familias Carrera, Bravo y Bonoldi lograron entrevistarse igualmente con el comandante de la VIII Brigada, Tamer Yapur. “Los hijos de ustedes están detenidos por ideólogos, cuando cambien su pensamiento van a salir”, les respondió.
La declaración se enfocó luego en los hallazgos de cuerpos de algunas de las víctimas desaparecidas de Mendoza en el Cuadro 33 del cementerio de la Ciudad. Mariú Carrera e Isabel Güinchul, también de Familiares, realizaron una presentación espontánea ante el Juzgado Federal. Tenían información a partir de la comparación entre las listas de personas desaparecidas con las planillas de las necropsias del Cuerpo Médico Forense y los ingresos del cementerio. Como la justicia no avanzaba, viajaron a Buenos Aires para reunirse con el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Finalmente, Omar Palermo las puso en contacto con Romina Ronda y Patricia Santoni del Ministerio Público y el pedido se movió. Desde entonces, en paralelo al inicio de los juicios, el EAAF vino a Mendoza y ya van ocho “misiones”. Aunque muchos de los cuerpos del cuadro 33 habían sido retirados —supieron que los municipios cada diez años los trasladaban—, pudieron identificar los restos de Osvaldo Sabino Rosales, Néstor Alberto Oliva y Antonio “Mono” Molina. Este último tenía 32 balazos todavía en los huesos cuando fue exhumado, pese a que un parte militar sostenía que había muerto en un enfrentamiento.
A pedido del juez Cortés la testigo explicó el recorrido que sufrieron los cuerpos de Molina y Oliva, según lo que pudieron reconstruir desde Familiares. El parte militar sostenía que ambos habían sido sorprendidos realizando una pintada política frente al frigorífico Vildoza y habían muerto en un supuesto enfrentamiento. Los cuerpos pasaron a la Comisaría 5 y luego al Cuerpo Médico Forense, donde les tomaron fotografías y huellas. El informe de la necropsia allí confeccionado indicaba “terrorista” en el casillero de nacionalidad —esta misma ficha existió en el caso de Francisco Urondo, indicó—. Finalmente, ingresaron al Cuadro 33 del Cementerio de Capital —popularmente “el cuadro de los pobres”— como NN, sin avisar a las familias, y se fueron apilando en una misma tumba. En este cuadro estaban también Ana María Moral y el matrimonio Laudani-José. De esta forma, cruzando todos los datos, las familias fueron ubicando el sitio donde trabajó el EAAF.
La próxima audiencia será el viernes 17 de septiembre a las 9:30