EL COMODORO QUE NUNCA ESTUVO

AUDIENCIA 73 / UN ITINERARIO DE LICENCIAS Y CURSOS

03-06-2022 | Declaró Carlos Santa María y con él concluyeron las ampliaciones indagatorias de los acusados. El excomodoro de la Fuerza Aérea repitió el descargo que realizó para el sexto juicio y alegó licencias que lo alejaron de Mendoza al momento de cometerse los secuestros que se le adjudican. La próxima audiencia será excepcionalmente el lunes 13 de junio, con horario a confirmar.

Se oyó la última declaración voluntaria de los imputados para su defensa. En 2018 Santa María fue condenado por el secuestro y la desaparición de Mauricio López en el campo de tiro Las Lajas. En este juicio debe responder por las detenciones, también ocurridas en 1977, de Horacio Ferraris, Osvaldo Zuin, María del Carmen Marín, Carlos Marín y Juan Ramón Fernández —las últimas cuatro, víctimas de desaparición forzada— en ese centro clandestino de detención (CCD) de la Fuerza Aérea. Además, se lo imputó por los secuestros de abril de 1977 y de mayo de 1978, operativos conjuntos en los que participó la Aeronáutica. La próxima jornada se debatirá la incorporación de prueba como paso previo al comienzo de los alegatos.

De licencia en licencia

Carlos Santa María ratificó ante el tribunal del noveno juicio sus declaraciones previas. La justificación que esgrimió coincide con aquella ofrecida en 2018: al momento de los hechos estuvo siempre de licencia, fuera de Mendoza o realizando entrenamiento en zona de montaña.

En 1976 se desempeñaba en la IX Brigada de Comodoro Rivadavia. En diciembre le informaron que sería trasladado a Mendoza, a la Compañía de Policía Militar perteneciente al Escuadrón Tropa, porque en 1977 ingresaban nuevas camadas de soldados que requerían instrucción. No obstante, su licencia anual, tomada entre el 16 de diciembre de 1976 y el 18 de enero de 1977, la pasó en Buenos Aires, donde debió operarse de un forúnculo anal. El reposo lo hizo en casa de su suegra. Las historias clínicas no existen, explicó, porque fue atendido en la guardia y en ese momento no se asentaban. La licencia tampoco consta en su legajo.

De acuerdo al imputado, su llegada a la IV Brigada se produjo el 18 de enero de 1977. La primera semana se dedicó a presentarse ante sus superiores, a recibir directivas y a resolver cómo sería su actividad de vuelo. La segunda semana ya se habían incorporado los soldados y entre el 2 y 5 de febrero fueron trasladándose a Potrerillos, donde todo el Escuadrón Tropa debía recibir un mes de instrucción de campaña.

En ese lapso, únicamente “bajó” a la IV Brigada para cumplir con la actividad de vuelo, los días 12, 13 y 14 de febrero. El 3 de marzo Santa María sufrió un derrame en la herida y fue evacuado hasta el Hospital Militar. Al día siguiente lo operaron “con anestesia total” y estuvo 31 días con parte de enfermo: diez días en el hospital, otros diez en el Casino de Suboficiales —que era su domicilio— y finalmente pudo viajar a Buenos Aires a completar su recuperación. Este traslado coincidía con la fecha prevista para su casamiento, que se concretó el 4 de abril. Por su estado, explicó, debió cancelar la luna de miel en el extranjero. Esto habría sido corroborado por una tía de su esposa y vecina.

De acuerdo a su relato, regresó a Mendoza recién el 24 de abril, luego de pasar unos días en su ciudad natal, Diamante, Entre Ríos, donde asistió al casamiento de un primo hermano el 15 de ese mes. El acusado solicitó que el hombre, Raúl Ángel Morales, fuera llamado a brindar testimonio. Luego, cerca del 20 de abril, pasó a saludar a unos tíos de Córdoba que lo habían alojado en esa provincia durante su instrucción como aviador. Por tanto, según Santa María, no puede responder por los hechos de abril de 1977 dado que se encontraba “a más de mil kilómetros de distancia” y en mal estado físico.

El imputado se propuso refutar aspectos de la acusación. En cuanto a sus roles y jerarquías, indicó que no tenía gran poder de mando porque ejerció la jefatura de la Compañía de Policía Militar y de la División de Inteligencia de la IV Brigada como capitán, es decir, era un oficial subalterno —también lo eran los primeros tenientes, tenientes y alféreces—. La cadena de mando, explicó, comenzaba en los oficiales superiores —brigadieres y comodoros— y solo vicecomodoros o mayores eran mandos intermedios en el rol de oficiales jefes.

Su actuación en la División de Inteligencia —negó que se identificara con el número II, correspondiente a esta división pero del Estado Mayor de la fuerza— habría sido marginal, puesto que no fue su destino interno ni su tarea primaria, sino una tarea especial. Argumentó que la dependencia actuaba únicamente dentro de la Brigada para garantizar la seguridad: una oficina “prácticamente de trámites”, abocada a emitir credenciales y a autorizar el ingreso de proveedores. No podía realizar tareas de inteligencia porque solo contaba con un suboficial. Por el contrario, la Regional Oeste de Inteligencia, dependiente de la División II de Inteligencia del Estado Mayor, sí tenía bajo su jurisdicción la provincia y provincias vecinas, por esa razón su jefe participaba de la Comunidad Informativa, expresó.

Además, aseguró que su dedicación a la División de Inteligencia fue tan escasa que al momento de la evaluación sugirieron removerlo del cargo. Los ascensos en su carrera militar se produjeron por su capacidad como piloto, no por su desempeño en inteligencia, sostuvo.

Respecto a las tareas de la Compañía de Policía Militar, refirió que tenía a su cargo la formación de soldados, no el apoyo operativo en procedimientos externos. Cualquier operativo fuera de la unidad era determinado por el Departamento de Operaciones y requería una orden firmada por el brigadier, argumentó Santa María. Descartó también que entre 1977 y 1978 hubiera existido una subunidad COIN.

El imputado negó haber armado guardias en centros clandestinos de detención, como indicó la fiscalía. La IV Brigada no habría tenido CCD y Santa María nunca habría pisado personalmente Las Lajas: “Una cosa es ser el dueño del campo, que una parte era dueña la IV Brigada Aérea y otra parte era arrendada, y otra cosa es lo que se puede haber desarrollado ahí”. El imputado declaró que desconocía los acuerdos que podría haber firmado su jefe con el comandante del Ejército: “Si ahí estuvo operando otra gente, no fue precisamente la IV Brigada”.

Se detuvo luego en los testimonios de dos exconscriptos. Mario Venditti, que hizo el servicio militar en 1977, fue sumariado por hurto en agosto de ese año. El soldado dijo que fue secuestrado el 10 u 11 de junio y en su legajo consta que el 29 de junio pasó a arresto en calabozo. Venditti declaró que estuvo cuatro meses detenido sin saber dónde, posiblemente Las Lajas, pero el expediente aclara que fue en la IV Brigada, remarcó Santa María. Tampoco habría sido correcta la dirección que mencionó para la Regional Oeste, que se instaló inicialmente en Emilio Civit 35 y recién en 1979 se trasladó a Alberdi y Godoy Cruz de Guaymallén.

En cuanto a Flores Tejada, el testigo reconoció a Santa María y a Carelli cuando descendían de un avión —no recordaba el modelo— un sábado de agosto o septiembre de 1977 junto a varias personas detenidas. El acusado quiso refutar este testimonio que lo compromete amparándose en la actividad legal de la fuerza: dijo que no podían viajar un avión militar de civil ni llevar una metralleta, como relató Flores. Tampoco podía aterrizar un avión clandestino en la IV Brigada. Agregó que desde diciembre de 1976 hasta principios de 1978 Carelli estuvo en Buenos Aires, por lo cual se conocieron tras su regreso. Por último, dado que Flores Tejada lo mencionó como jefe de Inteligencia, jefe de la Compañía de Policía Militar y piloto de helicópteros, Santa María aclaró que el curso de helicópteros lo hizo recién en 1978.

Eso sucedió porque debía completar horas de vuelo —su avión se encontraba averiado— y le propusieron pilotear helicópteros de montaña. Para ello fue enviado a Morón, donde tomó el curso básico en abril. Luego regresó a la IV Brigada y realizó el curso de alta montaña con otros tripulantes nuevos durante el mes de mayo. De esta forma, no sería posible responder por el operativo de mayo de ese año que también se le adjudica. Por último, agregó que mayo, junio y julio eran meses de mucha actividad para la Compañía de Policía Militar por el desfile del 25 de mayo o la entrega de uniformes, de modo que no quedaba tiempo para la tarea de Inteligencia y así lo refleja su calificación negativa y posterior desplazamiento del puesto.

Las preguntas

Al finalizar su declaración, el imputado accedió a responder preguntas. Su abogado, Carlos Benavídez, inició el interrogatorio que tenía programado, a pesar de que, en su relato, Santa María ya había dejado ciertas cosas claras. Ante las consultas del defensor, el procesado repitió que el 4 de abril del 77 se casó en Buenos Aires, y los días siguientes estuvo en Entre Ríos, atravesando una precaria situación de salud.

Benavídez retomó el tema de las vacaciones. Santa María contó que nunca se tomó las de enero del 76 y recién a finales de año hizo su descanso, entre el 16 de diciembre y el 18 de enero del año siguiente. Sin embargo, la licencia no aparece en la foja de calificaciones: un error de la oficina de Personal, indicó. Además, a pedido del abogado, el imputado explicó que Padorno, entonces jefe de la Regional Oeste de Inteligencia, integró la Comunidad Informativa desde su creación, el 1 de julio del 76.

Debido a la mención de Raúl Ángel Morales, el abogado solicitó que se lo llamara a prestar declaración, a pesar de que la instancia testimonial ya finalizó audiencias atrás. La fiscalía y la querella no se opusieron y el tribunal va a contactarlo, ya que Benavídez contaba con su domicilio y su teléfono de antemano. Por las contradicciones con la declaración de Flores Tejada, el defensor sugirió un careo, es decir, una confrontación de los dos testimoniantes. Sin embargo, la parte acusadora consideró innecesaria esta instancia, ya que los alegatos pueden servir para salvar la controversia. Además, el testigo ya expresó su negativa a declarar nuevamente porque no tiene elementos novedosos para aportar.

A continuación, el fiscal Daniel Rodríguez Infante aseguró que sus preguntas serían breves, pues el hombre juzgado ya ha sido interrogado anteriormente y sus indagatorias fueron similares. Hizo consultas acerca de cuestiones formales sobre la jefatura de operaciones, la diferencia con el grupo de operaciones, quién estaba a cargo, cómo se organizaba. Santa María no recordó.

Para finalizar, como la mencionó en su declaración, el interrogatorio fue sobre la Comunidad Informativa (CI): qué era, cómo estaba compuesta, cómo conocía su existencia. Con un abogado defensor nervioso y reticente a que responda —que repetidamente interrumpía para que no contestara sobre ese tema— Juan Carlos Santa María intentó evadir la pregunta. Sostuvo que había leído o estudiado sobre ella, aunque no precisó cuándo ni de qué fuente o reglamento: “La componen todos los organismos de inteligencia que participan en representación de una fuerza (…) Tenía conocimiento de la existencia porque forman parte de los sistemas de inteligencia”. Sin embargo, negó estar al tanto de la CI en Mendoza y su lugar de reunión.

La próxima audiencia es el lunes 13 de junio, en horario a confirmar, probablemente después del mediodía.